Dejamos hace unas semanas a Superman lidiando con el gallo Claudio, que le ha reconocido como Clark Kent, mientras Bugs Bunny y un Elmer en gayumbos seguían luchando por su supervivencia y el Pato Lucas y Batman se intercambian las personalidades. ¿Preparados para el INCREIBLE final de Superman contra Bugs Bunny? ¡¡Vamos allá!! Superman vuela para recoger a Bugs y Elmer mientras se plantea su propia existencia (“Me pregunto que será eso de los…libros de cómic”. Venga, señores de DC, que lo están deseando), sólo para encontrarse a ese par con cara psicotrópica y despreocupado. Ey, nos estamos muriendo, qué chuli.
¡Hey, yupi, sonrisas! ¡Mira, viene Santa! ¿Santa? Yo comprendo que alguien no conozca a Superman (quizá ha estado metido en una cueva durante cientos de años y comía piedras o algo), pero confundirle con Santa Claus es, cuando poco, propio de una miopía galopante. Bugs, tío, háztelo mirar. En fin, mientras Superman les salva heroicamente (¿sabe Superman hacer otra cosa aparte de salvar heroicamente y pegar a los malosos?), Mxyzptlk (si no lo recuerdan, el malo de la historia) encadena a Dodo y le inmoviliza, teniendo así total control sobre lo que le ha ocurrido al Pato Lucas, convertido ahora en el Caballero Detective Pato (sigh) y dedicándose a luchar contra el mal, por supuesto muy patéticamente, que si no es patético, el Pato Lucas no hace de reir. El comisario Gordon pasa olimpicamente del Caballero Detective Pato (a partir de ahora, Patoman, que es más sencillo de escribir). Obviamente. Yo también odiaría a un pato que suelta cinco horrorosas referencias a la cultura pop por minuto (“¡Dile a George Clooney que no podrá volver a hacer de mi hasta que no tenga pico y patas palmípedas!”. Eh, se supone que os tenéis que reir. Venga, esas risas).
Mxyzptlk, a todo esto, comete un error y todos los personajes vuelan entre dimensiones. Batman (que, por cierto, estaba saltando alrededor de la baticueva diciendo “Woo woo”, Alfred dixit), Superman, Flash, Elmer, Bugs, Taz, la rana que canta y compañía. Y nadie sabe dónde van a ir a parar. Esto tiene varias maneras de ser contado. Épicamente (“¡El final de dos mundos llega!”), misteriosamente (“¿Qué ocurrirá ahora?”), cómicamente (“¡Y allá van otra vez entre dimensiones! ¡Están que no paran!”) o horriblemente.