Estimados y nunca suficientemente bien ponderados lectores:
Randy es como mi hijo. Como el hijo que espero no tener nunca. Un chaval respondón, con mala hostia, capaz de resaltar las obviedades más obvias y llevarlas al extremo para intentar obtener una carcajada que sólo llega en ocasiones contadas. Un pequeño enfant terrible, un hijo de puta capaz de decir las cosas que nunca me atrevería a decir en mi día a día. Randy se siente triunfador, se sabe superior al resto de la humanidad y, a la vez, es un quejica. Randy es un guionista frustrado, un redactor inepto, un ser patético, una gota de agua ahogada en el inmenso mar de Internet. Un ególatra.
Siempre me ha divertido mucho hacer de Randy, hasta el punto en que el personaje se mezcla con la persona. Los que me habéis conocido en persona sabéis que soy tímido, que ando cabizbajo y que no se me ocurre criticar ni el menú del chino en que nos han servido rata confitada en vez de pato a la naranja. El blog de Randy empezó como un trabajo, y jamás lo negaré. Comenzó intentando ser una especie de Viruete para todos los públicos, en el que intenté no ser demasiado sangrante ni demasiado mala persona para no perder el puesto. Y justo en el momento en que adquirió un estilo propio, zas. A la hoguera. A partir de ese momento, en el que El blog de Randy empezó su andadura en solitario, uno esperaba escribir y escribir hasta que alguien de las alturas se fijara en él.
Después de 254 posts, 21.000 comentarios y más de un año de vida, no ha sido así. No sólo nadie de las alturas me ha llamado por su cuenta -algo obvio y que no esperaba-, sino que mis cientos de artículos enviados a cientos de revistas «irreverentes» o «divertidas» (desde Interviú hasta Xtreme Videojuegos) no han obtenido ni una mísera respuesta. Ni para decirme que no. Y lo peor es saber que, cuando se acabe el festival de Sitges, lo único que voy a tener en mis manos es… un blog. Un blog por el que no cobro ni dinero de la publicidad. Un blog al que dedico tres horas diarias de mi vida -siete en horario de festival- y por el que cada vez recibo menos comentarios, muchas menos lecturas. Un blog en decadencia, que se le suele decir.
No puedo pegarme curradas astronómicas, de esas de irme a dormir a las 5 y levantarme a las 8, para un video que no van a ver más de 350 personas. Simplemente no puedo. Esperaba que el Furibundo en Sitges llegara a más personas, se linkara bastante, fuera un pequeño gran éxito, pero no lo ha sido. Y era el último cartucho que me quedaba por quemar. Así que el inicio del próximo párrafo creo que es comprensible.
El chiringuito se cierra. No sé si para siempre o por el momento, pero mi etapa bloguera ha terminado, supongo que por un tiempo bastante grande. Lo siento por los lectores, por los fans y demás, pero no puedo seguir trabajando diariamente dos-tres horas en algo por lo que no voy a recibir ni un euro, algo que no va a tener retribución monetaria y por lo que no voy a conseguirla (no, no soy Alvaro Pons ni, tristemente, nada parecido). Llamadme vendido si queréis. Yo prefiero llamarme consecuente. A mi alrededor veo cómo todos los blogueros que sigo han encontrado trabajo gracias a sus blogs. Y yo me como los mocos en mi casa comentando fotonovelas de Blue demon y películas de Zipi y Zape.
Randy, mi hijo, necesita una reinvención urgente, algo que pueda llamar la atención. Randy necesita estar muerto una temporada o meterse en nuevo proyecto -algo que, espero, llegue en breves-. Necesito replantearme mi vida, y quizá darme cuenta de que no soy una de esas personas que cobra por hacer lo que le gusta. Que sólo valgo como dependiente de GAME, y no como articulista ni como guionista (a pesar de SABER que puedo hacerlo mejor que el noventa por cien de la Cinemanía o cualquier otra revista chupi pilongui del mercado. Y de las series, mejor ni hablar). Sea como sea, ha llegado el final para El blog de Randy. Pero no se pongan tristes: El final de algo es siempre el inicio de otra cosa. Nos seguiremos viendo por la red. Seguro.
Que ZAPATERO sea con vosotros,
Miguel
PD: Gracias a todos los que alguna vez se han pasado por aquí para decir Hola, desde Grendel hasta Vigalounge, desde Miguel hasta Manel Fontdevilla y desde Lord Urko hasta Rubén Fdez. Gracias, de corazón. Ustedes han hecho grande este proyecto. Hasta siempre.