Archive for diciembre 2009

HA VUELTO

diciembre 10, 2009

Hacerse adulto es una mierda. Lo digo yo, lo decía Peter Pan y lo dirá Haley Joel Osment en cuanto vea su «prometedora carrera» tornada en fracaso por culpa de las drogas duras y el sexo con mapaches. Vale que es una frase que se suele decir a los 18 años, cuando por fin notas responsabilidades sobre ti y empiezas a sentirte una persona que debe ganarse el pan, pero darse cuenta a los 25 tampoco está tan mal. Hay quien no se dará cuenta en la vida, digo yo. Pero qué demonios, ¿acaso no hay adultos que molan? ¿Quién no quiere ser como Kevin Smith, pero con varios kilos menos? ¿O como George Lucas, pero con inteligencia? ¿O como esos publicistas que creen que poner una gorra para atrás a un animal antropomórfico hace que sea joven y chachi piruli? No sé. Lo mismo dentro de un año estoy aquí escribiendo sobre la situación del mundo actual, lo mal que anda la economía y sobre si Rajoy se cagó en las muelas de ZAPATERO, pero de momento no tengo malditas las ganas.

Y todo esto, ¿a qué viene? Pues viene a que es el tema principal del trailer del… ¡¡Furibundo Espectador!! ¿A que no os lo esperabais después de haberlo anunciado en Twitter y Facebook? Pues la cosa es esta. Atención, que vienen curvas: Furibundo Espectador. Cada mes. Cada jodido día 25. Las mismas chorradas que antes eran cada 100 posts, ahora cada muchos menos. Y, por si fuera poco, abrimos con un episodio doble de Navidad (uno en Navidad y otro en Reyes) en el que analizaremos, entre otras cosas… Oh, venga, viven mejor sin saberlo. Solo les diré que mi ordenador ha captado varios virus solo con abrir dichos archivos. Y en Enero, Jaime Rosales. Y en Febrero, la peor secuela de la historia. Y este es solo el principio. Espero. Lo mismo me canso la semana que viene y cierro el blog para siempre jamás o nos ponemos a charlar sobre macroeconomía con batín, puro y monóculo. Ya saben como es esto. Con todos ustedes… ¡Furibundo Espectador Mensual!

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Seriéfilos o cómo perder el tiempo con glamour

diciembre 3, 2009

¿No lo has notado? Las peonzas. Se han puesto de moda sin que te dieras cuenta, y ahora tienes que subirte al burro. Tus compañeros de oficina bailan cuatro a la vez, tus amigos se ríen de ti por no hacer girar esa tan popular con brillantina y colorines, y los expertos en peonzas te miran por encima del hombro y te dicen que estamos en la época de oro de las peonzas. ¿Qué demonios haces aún con tus Tamagotchis? ¡Las peonzas son el futuro! ¡Las peonzas son los nuevos Tamagotchis! Si tienen que hacer conferencias para demostrarte que, si no has visto girar una peonza roja de Swarovsky es como si no hubieras visto nada, lo harán. Y al final, también caerás. Al fin y al cabo es la moda, ¿verdad? Todo el mundo lo hace y, aunque es pesado a ratos, en el fondo es tan y tan divertido hacer girar las peonzas una y otra y otra vez… Eh, y si sigues así quizá alcances a aquel que hace girar treinta al mismo tiempo sin perder el control de ninguna. Sí, está perdiendo riego mental y personalidad y, al mismo tiempo, ganando algo de enajenación, pero ¡mira cuántas jodidas peonzas sigue a la vez! Vale. Este parece un escenario poco probable, más que nada porque las peonzas son uno de los instrumentos menos divertidos que ha inventado el ser humano junto con los yo-yós, pero es básicamente lo que está ocurriendo ahora con el mundo de las series de televisión. Todo el mundo sigue una, todo el mundo es fan, todo el mundo es un seriéfilo del copón bendito: Quien más quien menos está enganchado a House, Lost o Bones y siguiendo alguna serie que ya terminó en plan maratón sanguinario. Veinte capítulos sin descansos para mear: La prueba definitiva.

Esta obsesión por el mundo de las series ha llevado a la creación de dos tipos de estereotipos que hasta ahora no existían (gracias al cielo): Los que se las dan de seriéfilos y los obsesos, también llamados “gurús”, “tipos que dan conferencias”, “parados” o, simplemente, “enfermizos enganchados a Twitter”. Los que acaban de llegar al planeta Tierra aún creen que lo que se lleva hoy en día es ser friki. Los más retrasados creen, incluso, que lo otaku sigue de moda. Ay, amigos, lo que ha cambiado el panorama en un par de años. Los frikis han vuelto a su lugar de origen, el enclaustramiento más absoluto entre juegos de ordenador y tableros de Carcassone. Los otakus cada vez brillan más por su ausencia y apenas salen a la luz en los salones del manga. A estas alturas molestan poco. Pero todo el mundo quiere ser seriéfilo, hasta el punto de que son estos, y no los jugadores de rol o los comiqueros, los que han recuperado el peyorativo pero sorprendentemente agradable para muchos “friki”. ¿Nunca habéis dicho la frase “La tengo pendiente”, “La dejo para el parón” (atención: Decir esto es la precuela a dejarlo para siempre) o “Quiero verla pero no tengo tiempo”? ¿No tenéis un poquito de envidia de aquel que, dios sabe cómo, se ha visto todas las series del mundo y, por tanto, parece tener una opinión más válida que la tuya? Espero, por vuestro bien, que no os hayais intentado parecer a él y haber intentado, a la vez, seguir manteniendo una vida social óptima. No hay nada más triste que aquél que se las da de visionador de series compulsivo y que en realidad sigue Lost a ritmo Cuatro, House en versión original y Bob Esponja si lo pilla de casualidad. Jo, qué friki, colega.

«He leído en tu blog que te gusta limpiarte el culo con toallitas húmedas». Ese día, Pablo Motos se libró de morir aún no se sabe por qué.

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