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Las series del 2010-2011: ¡Preparados para dar pena!

junio 12, 2010

Blasfemias y alabanzas. Suicidios y beatificaciones. Sollozos y carcajadas. Podría seguir así durante horas, pero mucho me temo que todo el mundo dejaría de leer en la cuarta comparación estúpida. Bueno, ahí va una más que lo resume todo: Lágrimas y gozos, como el último disco de Ska-P (y que, por llevar la contraria a todo quisqui, no me pareció malo si salimos del ya habitual “Odio a la sociedad, dadme mi dinero, viva el tercer mundo, voy a dar conciertos y a sacaros los euros”). Así se puede definir el final de Lost, entre la gente que lo ha entendido bien, se ha encogido de hombros y ha dicho “Pues bueno, a estas alturas los misterios ya importaban un comino, al menos han cerrado bien la historia” y los que no solo han entendido mal la serie (“¡Toda la isla ha sido una mentira! ¡Todo ha sido un sueño de Jack! ¡Los guionistas son unos mentirosos!”), sino que además se dedican a echar bilis con cada comentario porque los guionistas, fíjate qué malos, no han resuelto un carajo. Lo que mucha gente pretendía es que el episodio final nos presentara a Carlton Cuse y Damon Lindelof en un salón oscuro, con un libro llamado Todas las respuestas a la serie y empezaran a leerlo. Capítulo primero, los poderes de Walt. Capítulo segundo, quién es la madre de Jacob. Capítulo tercero, cómo se llama el humo negro. Capítulo cuatro, por qué demonios a alguien le interesan estos misterios de mierda. Dos horas leyendo. Fundido a negro. Lost. Aplausos y conmociones al descubrir que el humo negro realmente se llama Samuel y que los poderes de Walt vienen de que comía hormonas para el crecimiento en mal estado (y así se ha quedado). Estoy convencido de que hay que entender Lost como un todo, como un viaje en el que nos lo hemos pasado bien, nos hemos divertido, nos hemos aburrido, nos hemos cagado en los guionistas y hemos pasado seis años la mar de entretenidos. Y si queréis saber quién construyó la estatua, pues ya lo contarán en los DVD o en ese sacadinero llamado La Enciclopedia Lost. Pero sacadinero con gusto no cuesta billetes, en una traslación de ese estúpido refrán que intenta decirnos que la sarna no pica o que alguien puede tenerla con gusto. ¿Que no lo han explicado todo? Cierto. ¿Que al final faltaba que sonara Breathe Me para parecerse a cierta serie de HBO cuyo nombre no diremos para evitar spoilers? Por supuesto. ¿Que las soluciones que han dado han sido estúpidas? Vaya que sí (de hecho, el “Os escogí porque erais como yo” de Jacob era como para acuchillar a los guionistas, uno a uno, por haberlo permitido). Pero han sido seis años increíbles, apasionantes e incomparables. Seis años que ahora darán pie a meses de bromas, soluciones, sorpresas y, sobre todo, mucha añoranza. Y aquí es donde entramos hoy, que ya iba siendo hora de presentar el post en cuestión tras la obligada (y muy atrasada) crítica a Lost, donde no he dicho nada que no se haya dicho ya ni he pretendido hacerlo en ningún momento. Eso os pasa por pedir sangre y bilis donde hay amor hacia una serie.

Total, que nos plantamos en un panorama televisivo repletito de series (y en el que, curiosamente, lo mejor que se emite es un reality show: ¿Han visto ya Survivor? ¿No? ¿Y se puede saber a qué demonios esperan?) en el que los pesos pesados van cayendo uno a uno, entre Supernatural, 24, Heroes y Flash Forward (dos de estas cuatro son una broma pesada, ¡adivinen cuales!). Desolador. La opción más plausible es la de lanzarnos a recordar viejas glorias como Twin Peaks, El Prisionero o series tristemente olvidadas como Studio 60 o Wonderfalls, pero claro: ¿Dónde está entonces la gracia de ese concepto tan 2.0, Twitteriano y chachi piruli que es el de llevar una serie al día? No voy a decir que antes nos daba igual llevar las series al día, porque si me perdía un episodio de Los Mundos de Yupi podía amenazar con el suicidio más sangriento de la historia, pero es en estos tiempos, en los que se nos dan todas las posibilidades para no perdernos ni un episodio, cuando realmente nos hemos empezado a preocupar por cosas como la continuidad. No es que antes no existiera, pero si nos perdíamos un episodio de Friends, Expediente X o Ally McBeal, qué le íbamos a hacer. Al fin y al cabo, a Ash Ketchum le aparecieron de la noche a la mañana una manada de Tauros en sus pokeballs y nadie hizo preguntas. El caso es que las cadenas saben de la importancia que se le da hoy en día a las series de televisión, y por eso han preparado una parrilla para la próxima temporada… cómo decirlo… espectacular. O espectacularmente anodina, al menos. Sentaos bien en el sofá con el mando cerca, porque hoy vamos a analizar algunas de las series más mediocres del mañana. Con vosotros, ¡las series que, de aprobarse, nos darán más de un disgusto! Y todo, claro está, a priori. Imagínate que en 2011 tengo que escribir un post de disculpa por haber escrito tonterías sin saber de qué estaba hablando o algo así, ¿eh? Ya sería triste, ya. Ejem.

«¡Hasta siempre, Locko!». Que alguien me mate.

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