Casi 300: ¡Tiene gracia porque existe!

Hay gente que se ha quedado estancada en el pasado para el resto de su vida, como Bill Murray pero sin marmota y perdiendo pelo (y vida), repitiendo los mismos mantras. Todos conocéis a esta clase de personas. Son los que dicen “No, no voy a ver ninguna serie nueva porque ninguna va a ser tan buena como Oliver y Benji. ¿Sabes que lo echan en Neox?” (tristeza), “¿La PlayStation 4? ¿Para qué necesitas mejores gráficos que los del Frogger de mi Atari 2600?” (tristeza extra-plus) o “¿Qué es esa mierda de pantera que hay en los Cheetos? ¡Solo reconoceré como mis verdaderos reyes a los Masqueseros!” (demencia senil, depresión general y retirada de circulación). A estas alturas, seguir idolatrando los años 80 porque sí, porque ese es el momento donde crecisteis, es como idolatrar el contáiner del bar de Tía Paquita y no aceptar ningún otro porque ahí es donde tirabas los envoltorios de tus Panteras Rosas y te da nostalgia (por cierto, ¿por qué aún nadie ha montado un Change.org, un crowdfunding, un berrinche o algo de eso que hacéis los jóvenes para protestar por el rediseño de la Pantera, ahora con una chaqueta de cuero motera? Solo le falta una gorra para atrás para ser super-molante de la leche. ¡Basta ya de hablar de la crisis y de tonterías de esas! ¡Vayamos a lo serio, señor Rajoy! ¡Obligue al señor Bimbo a cambiarle la ropa al bicho de una vez o… o… o montaremos un hashtag muy sonoro en Twitter! ¡Ja! ¡Así aprenderá!). Sin embargo, hay algo con lo que los fanáticos de los 80 (por lo general, calvos, con camiseta del cubo de Rubik y barba de varios días) pueden levantar la cabeza bien alto, orgullosos, si es que la ciática y los achaques de la edad se lo permiten: Las parodias cinematográficas. Permitid que me ponga serio por un momento antes de seguir con la chanza y la risa: En los años 70 ya tuvimos un gran ensayo del género con El Jovencito Frankenstein, y más adelante la cosa se perfeccionó con La Loca Guerra De Las Galaxias, Aterriza Como Puedas o Agárralo Como Puedas. Incluso en los inicios de los años 90 (que, como todos sabemos, pertenecen a los 80 por aplauso popular) pudimos ver Hot Shots o la genial tercera parte de Frank Drebin. ¿Qué tenían de especial? Desde luego, no era un humor sutil, pero las parodias apuntaban fino, el slapstick estaba bien medido y, más que parodiar películas en sí mismas (que también), se apuntaba más hacia ridiculizar los clichés del género. Estos matices se fueron perdiendo poco a poco llegando a límites tan tristes tan deplorables como Mafia: ¡Estafa Como Puedas! o asquerosos pseudo-pastiches (y, ojo, siendo generoso) que en España se vendieron como parodias sin serlo (Estudia Como Puedas, Acampa Como Puedas, Ataca Proxenetas Como Puedas). Y, al final, entre todos le tenían y él solito se murió.

¿Murió? ¡No! Los hermanos Wayans resucitaron más o menos bien la esencia de las parodias con Scary Movie, que defenderé hasta en mi lecho de muerte. Bueno, espero que nadie venga a decirme, cuando esté medio moribundo, “Ahora Scary Movie qué, ¿eh?”, pero ya me entendéis. Lo triste es que las parodias cada vez empezaron a ser más explícitas, a mezclar contenidos, a incluir cosas reales que son graciosas porque… ya sabéis, existen (esto lo voy a repetir mucho a lo largo y ancho de este post, ya os aviso), y a meter muchos chistes de penes y vaginas porque no puede haber nada más divertido. ¿Para qué molestarse en pensar lo que escribes pudiendo decir “coño”? Oh, ya veo vuestras carcajadas. Maldita sea, con lo fácil que era. El caso es que, de entre todo el hartazgo de “Movies” que aparecieron tras la de los Wayans (hablé de Disaster Movie en Normas de Equivocación. ¿Os he dicho que en la tercera temporada hemos mejorado un montón? ¡Dadnos otra oportunidad!), hay una que destaca por su sutileza y su sentido del humor, o, más exactamente, por ser la película sobre parodias que menos tiene de ambos. Hablo, claro está, de Casi 300, que ya desde el título hace que nos caigamos de la silla de la risa. ¡Porque la original es 300, y aquí no llegan a tanto, así que se quedan en CASI 300! Madre mía, un Valium, por favor, que no puedo parar. En fin, empecemos con esto y que sea lo mejor posible.

­¡Ja! ¿Esto es empezar fuerte o qué? Porque en 300 no podía aparecer Shrek, ¡y aquí aparece! ¡Y encima dice que quiere chupar teta! ¡TETA! ¡Esa es la palabra mágica para la carcajada general, los machotes tirando palomitas a la pantalla y los servicios sanitarios teniendo que resucitar a varias personas, graves tras un ataque de risa! Tras el primer ejemplo de “Es gracioso porque esto no debería pasar en la época en que se desarrolla la película” (la base del noventa por ciento del humor de la película en sí), el espartano sigue mirando niños. El siguiente es vietnamita, y claro, ¡Brad Pitt y Angelina Jolie le adoptan! Imagino que aquí el listo del grupo tuvo que explicarle el chiste al amigo tonto: “Es que adoptan niños en la vida real, tío, así que en la película pues también lo hacen, y como es verdad, es gracioso”. Es un poco la filosofía pocha de El Club De La Comedia: Si algo te ha pasado (has pedido una cerveza con poca espuma, te has fijado en las pegatinas de los cerrajeros, ha muerto tu tío segundo), contarlo con voz de “Es verdad, ¿a que sí?” provocará la hilaridad del sector del público más débil mentalmente.

Al final, resulta que nace Leónidas, que tiene barba y músculos, y por tanto le dejan vivir. A partir de este momento, Casi 300 parece que no quiere afianzarse como película, sino como una ruleta de chistes, a veces malos y a veces peores, por lo que no dejan ni tan siquiera diez segundos sin un intento de hacer risa. Y el problema cuando no haces la preparación debida para un chiste es que lo que consigues son bostezos. ¿Algunos ejemplos? Leónidas pelea con su abuela y le quita la dentadura (¡Abuso a mayores! ¡Que todos los niños vayan rápido a ver esta película!), para después hacer de James Bond, momento que aprovechan para pegarle en los testículos, una secuencia que, por si no fuera suficientemente graciosa, se acompaña con un “¡Me los vas a cascar!” que ya hace que la histeria colectiva se apodere de la sala. Por si esto fuera un ejemplo de comedia clásica demasiado sutil para el espectador de hoy en día, le untan con comida de perro y llaman a un perro para que le muerda. Y, después de este ejemplo que haría palidecer al mismísimo Buster Keaton, aquí llega el momento que estoy seguro que dirigió un David Lynch en horas muy, muy bajas.

Leónidas camina solo por el monte, hambriento, y se encuentra un bocadillo de Subway (¡Qué gracioso, un espartano comiendo comida que no podría haber comido!), pero lo desprecia por no tener mayonesa. Qué risa, tía Felisa. Entonces aparece un pingüino (o, más bien, un hombre vestido de pingüino) y empieza a bailar antes de decirle un muy sutil e inteligente “¿Pero qué miras, gilipollas?” (la película es, sin duda, todo un ejemplo en cuanto a diálogos ingeniosos, ¿eh? Billy Wilder estaría orgulloso. De morirse otra vez mientras viera este bodrio, pero orgulloso de algo, al fin y al cabo).  En este momento, Casi 300 decide que no ha habido bastante con un chiste sobre animales y testículos, y el pingüino se los saca y se sienta en la boca de Leónidas al grito de “¡Te voy a convertir en mi putita, Leónidas, chúpame las pelotillas!”. En tres minutos ha habido dos interacciones con animales y testículos. La Asociación de Amantes de la Zoofilia aprueba Casi 300 de forma unánime. Finalmente pasa lo que tenía que pasa: El pingüino se caga en su cara (¡pues claro!), y Leónidas le mata con un arpón que había por ahí. En general, todos los chistes de la película que no se basan en “Esto no debería estar pasando” o “Esto es de nuestra época y no de entonces” lo hacen en “Se ha encontrado algo por ahí”. Vamos, de primero de carrera de humor.

Leónidas vuelve a Esparta, donde le espera una Carmen Electra que es habitual en esta clase de bodrietes paródicos, supongo que porque todavía le levanta el ego que sus papeles sean de mujer con grandes pechos por la que todos los hombres están locos (cuando en realidad, son de “mujer que hace unos años era todo eso pero que por temas de presupuesto vamos a hacer como que todavía lo es”). El caso es que, tras un chiste sobre la combinación de su cinturón de castidad (apunta, American Pie, para tu decimonovena parte), vemos al hijo de Leónidas, un niño que es maltratado continuamente por su padre, que le amenaza con motosierras y se le tira encima. Todos sabemos que el maltrato infantil es muy, muy gracioso. ¿Para cuándo un chiste sobre pedofilia? Es para ya morir de la risa del todo. Es entonces cuando sucede el diálogo más desconcertante de toda la película. Y tengamos en cuenta que un pingüino ha dicho “Te voy a convertir en mi putita”, eh. Un amigo de Leónidas le dice a éste “Nunca olvidaré las palizas que me daba mi padre”. Respuesta: “¿Era fiel a la tradición?”. Final de gag y congelación inmediata de toda sonrisa que pudiera tener en la boca (ninguna): “No, era alcohólico”. Estoy empezando a pensar que esta película no necesitaba un par de revisiones de guión o un guionista mejor: Necesitaba, simplemente, un poco de sentido común. No es valiente ni gracioso hacer chistes sobre padres alcohólicos pegando a niños. ¿Pero se puede saber en qué demonios estaban pensando? En fin, dejando aparte chistes sobre abuso infantil y padres alcohólicos (¡ah, el noble arte de la risa!), llega el emisario de Xerxes y Leónidas le besa porque se supone que es la tradición (y además da para hacer chistes con gays, que en pleno 2013 son muy maduros y están super de moda). Total, que Xerxes ha decidido conquistar Esparta y (ojo, primer chiste decente de la película) un tipo que lee “Traición para Dummies” dice que le parece razonable. Finalmente, Leónidas tira al emisario de Xerxes a un foso sin fondo, seguido de su ayudante. Y de otro tipo. Y luego ya aparece Britney Spears y… En fin.

Esta secuencia debería aparecer en la Wikipedia al lado de la palabra “chicle”, exclusivamente porque no existe la expresión “Cuatrocientos millones de chicles pudiendo estirarse tanto que den la vuelta al mundo y vuelva otra vez”, claro. Cómo saben cortar en edición, ¿eh? Qué maestría. ¿Pero sabéis qué es lo peor? Que la cosa, en realidad, no acababa aquí. Esta es la secuencia acortada, y en los títulos de crédito finales te meten aún más personas del hoy por hoy que Leónidas tira al foso. Jopé. Qué risa, porque Leónidas tira a gente que nos cae mal al pozo y… Ay, el humor inteligente.

Leónidas va a ver a los profetas, que tienen la cara ajada y cuyo tributo son… ¡Unas cremas hidratantes! (ja, ja, qué bien llevado, ¿eh? No se parece en nada al resto de chistes de la película). Leónidas dibuja su plan en la arena de la playa, pero, oh, parece que dibuja un culo y un pene. Para el espectador poco avispado, hay que decirle que los penes y los culos son sinónimo de hilaridad. Imagina, un culo. Joder, qué bueno. Por si el chiste no hubiera quedado claro, uno de los profetas dice, en plan audiocomentario, “¡Si parece salido del día del Orgullo Gay!”. Ah, vale, que por eso es gracioso. No porque sea un culo, sino porque los homosexuales tienen culo y, por tanto, la homosexualidad es graciosa. Vale, vale. Apunto. “Reírse de los gays”. ¡La de cosas que estoy aprendiendo! Tras esta obra maestra de la risa, Leónidas se dirige a ver al Oráculo, y, ojo al chiste: ¡Es Betty La Fea!” (para quien haya estado metido en una cueva y no pille la intrincada referencia, Leónidas pregunta “¿Es Betty La Fea?”. Qué risa, eh). Total, que Betty le dice que si entra en guerra con Persia morirá. La secuencia seria dura casi diez segundos, y la película no puede permitir que el público esté diez segundos sin estallar de risa, así que uno de los profetas afirma “Pues estás jodido”. Jodido dice. Qué tío. Al volver con su mujer, Leónidas intenta acostarse con ella, pero resulta que no tiene genitales (contradiciendo la mitad de los chistes de la película), y comprueba que mucha gente que no debería haberlo hecho se ha tirado a su mujer (Borat, por ejemplo, porque, bueno, por qué no). Entonces sucede un ejercicio de metalenguaje que intenta tan fuerte ser gracioso que no lo es en absoluto.

Es tan divertido como un chiste que podríamos haber escrito cualquiera de nosotros después de 48 horas sin dormir, llegando en nuestra casa a las 5 de la mañana bajo los efectos de un alcohol muy, muy fuerte. De hecho, habría tenido más gracia que, en lugar de un ordenador, lo hubiera leído en un pergamino, o algo así, pero bueno, tampoco vamos a pedirle más, no vaya a ser que se fastidie la regla de los diez segundos chistosos. Leónidas se dirige a ver a sus 300 soldados, pero hay solo diez (¡Uno de ellos gordo y con tetas, haciendo referencias a Toy Story! ¡Un chaval gordo! Vamos, le falta que su padre alcohólico abusara de él para que esto sea ya un desparrame). Para juzgar a uno de ellos, la película decide tirar del mismo chiste que habían usado diez minutos antes: El jurado de Spartan’s Next Top Model (Le han añadido “Spartan’s” para que se vea que es una parodia, claro) le juzga, en una escena creada para alargarlo todo aún más. En fin, es comprensible: El chiste era tan bueno que había que repetirlo, ¿no?

Total, que el ejército sale a la batalla cantando I Will Survive mientras pega saltitos por la campiña (ja, ja, homosexualidad graciosa), y en los descansos toman Gatorade (¡menos el gordo, que come pizza! ¡Venga, gorderas! ¡Que tienes posiblemente una enfermedad! ¡Ríamonos de ti muy fuerte!). Sin motivo aparente, Paris Hilton aparece para aconsejarles el camino a seguir para luchar contra los persas, momento que aprovechan para hacer chistes sobre penes (“¡Llevamos 9 segundos de explicación del plan, y es posible que Paris Hilton no sea TAN graciosa como creemos! ¿Qué hacemos?”“¡Haz que alguien grite POLLA!”“Oh, hemos salvado el humor una vez más”).

Total, que entre Paris Hilton y chistes sobre genitales, llegan los persas, que tienen máscaras diferentes (hay una que saca la lengua. En Scary Movie hacía mucha risa, así que aquí también, ¿no? ¿Qué más da que no tenga nada que ver con lo que está pasando?), momento que aprovecha nuestro gordo favorito para pegársela contra una pared. ¿Y qué podemos hacer cuando hemos gastado ya el recurso del gordo pegándose un golpe? Está claro: Poner a los dos bandos a bailar, que eso ya es como el culmen del humor. La escena de los espartanos y los persas bailando es larga, dolorosa y tremendamente aburrida. En otras películas de parodias, si alguien baila meten chistes por el medio para que la gente no se aburra. Aquí debieron pensar que el hecho de que bailaran ya era suficiente parodia, así que te encasquetan cinco minutos de gente pegando botes y haciendo coreografías. Por suerte, todo termina cuando a uno de los protagonistas le pegan en los testículos (algo que casi se agradece después de este tedio). ¿Termina? ¡Claro que no! ¡Enseguida, todos vuelven a bailar de nuevo! (¿Por qué quieren vengarse de los espectadores? ¿Se puede saber qué les hemos hecho?). Al terminar, aparece un jurado, repitiendo el puto mismo chiste por tercera vez en media hora (alguien debió haberles dicho que ni siquiera la primera vez fue gracioso, en serio), y los persas caen por el acantilado, momento que la película aprovecha para meter otro chistaco de los suyos.

No tengo claro si los responsables de Casi 300 fueron a la Academia de Cine, pero, sin duda, a la clase de No Alargar Los Chistes no fueron (o quisieron revolucionar el mundo del cine no haciéndola ni caso, que también puede ser). Aparte, fijaos en el chiste, estudiantes de cine: Leónidas es gay, tío. Je, je, je. Imagínate, le gustan otros hombres. Ay, solo la idea es buena. Mientras, Carmen Electra decide apoyar a su marido para no perder sus privilegios (la Wii y un cirujano de reconstrucción vaginal. En serio, una vez hechos tres chistes sobre “Estamos en Esparta y aquí no tienen las mismas cosas que tenemos en el siglo XXI”, ¿hace falta seguir? O sea, ¿hay algún espectador tan rematadamente subnormal que sigue riéndose al ver que hacen cosas que no deberían estar haciendo?). En ese momento, vemos que Xerxes se aproxima, y la voz en off afirma “Xerxes se parecía mucho al gordo que salía en Borat”, algo que es muy gracioso porque, ya ves, es el mismo actor. Madre mía, qué bien. Se nota que el resto de actores son conocidos en su casa a la hora de comer, porque de la carrera del resto, la voz en off no dice ni una palabra. Xerxes entonces aprovecha para concursar a lo Allá Tú con Leónidas, azafatas y tal. ¿Por qué? ¡Porque es una referencia a algo que igual has visto en televisión!

Xerxes, cuando se aburre de parodiar (más que parodiar, citar) cosas, manda a sus mejores guerreros para el torneo más descafeinado de la historia de “Tu madre es…” (“Tu madre es tan tonta que cree que en las películas porno se casan al final”; “Tu madre tiene un culo que para rodearlo necesitas coger vacaciones. ¡Ja! ¡Pedazo culo!”. No, no me he inventado lo de “¡Ja! ¡Pedazo culo!”. Es por si no te has enterado de esa frase tan larga que el tío dice antes. Doce palabras seguidas. Uf, qué esfuerzo). Al final ganan los espartanos, y vuelven a hacer otro chiste sobre publicidad encubierta tan gracioso como todos los anteriores (o sea, nivel “Quiero abrirme una brecha muy grande en la cabeza con un martillo con la esperanza de olvidar esta película”). En otro lado de Esparta, la reina se quita la ropa delante del traidor (¿os acordáis de él? En el fondo da igual, solo es un recurso para hacer chistecillos), y éste tiene eyaculación precoz (una vez más, ¡riámonos de los problemas de la gente! ¡Alcoholismo, abusos infantiles, obesidad y ahora eyaculación precoz! ¡Toma ya! ¡No haber nacido diferente!). Paris Hilton traiciona a Leónidas mientras éste se toma un café de Starbucks, algo que da paso a uno de los planos más espeluznantes de la historia del cine. Y no, no estoy exagerando.

¡¡Aaaaaaaaaaaaaaagh!! ¿Pero qué demonios le ha pasado? ¿Qué le pasa en los ojos? ¿Por qué han hecho ese croma tan feo? O sea, ¿qué necesidad había? ¿Por qué? En fin, por suerte, el gordo vuelve a Esparta a contar la gesta y no vuelve a quitarse la venda de los ojos, ahorrándose así postproducción por un lado, y terribles pesadillas en la mente de los espectadores por otro. En cuanto se marcha, Xerxes ordena poner una pantalla azul al lado de su ejército, y de ahí sale un ejército enorme (hay que ver lo que amortizan un croma, ¿eh? Ahora, quien no tenga ni repajolera idea de lo que es uno y para lo que sirve, tiene que quedarse de pasta de boniato mientras intenta comprender el chiste. Ya saben, en plan “Pero… ¡Pero no hay testículos ni referencias a homosexuales! ¡No lo entiendo!”). Mientras tanto, Carmen Electra sale a la calle y empieza a bailar de forma sexy, mientras los consejeros del pueblo dicen cosas del estilo “¡Venga, nena, que la tengo morcillona!”. Ah, puro Frank Capra. En mitad de la risa, del baile sexy y de los penes casi erectos, el traidor dice que deberían rendirse a Xerxes. Pero claro, la reina no puede soportarlo, por lo que se enfada y se convierte en… uh… ¿Cómo os digo esto sin que sintáis cómo se os fría la cabeza?… Bueno, se convierte en Spiderman. Pero ahí no acaba la cosa, porque resulta que el traidor era… El hombre de arena. Uf. Reléanlo otra vez hasta que le encuentren sentido, por favor. Carmen Electra es Spiderman, y ahora está luchando contra el hombre de arena, momento estupendo para hacer bromas sobre gatos haciendo sus necesidades en la cara del hombre de arena (confiésenlo, señores guionistas: Les hacía gracia la idea de un gato cagando, y a partir de ahí hicieron una escena con lo que pillaron) y con aspiradoras (caray, nunca se había hecho un chiste como este. Pues nada, Traidoro (que así se llamaba el traidor. Y sí, es mi chiste favorito de toda la película) ha muerto. Ale, un agujero de guión menos. Ya solo quedan casi 300 (¡Ah! ¡De ahí el título de la peli! ¡Bien jugado!).

En la batalla de Leónidas y compañía, asistimos a la única parodia real a 300, utilizando la cámara lenta en los combates, que, para ser sinceros, podría haber dado mucho más juego y que aquí se basa en chascarrillos como “Leónidas usa un trapo mojado para pegarle en el culo a un persa” o “Leónidas retuerce los pezones de un enemigo”. Los pezones, nada menos. Jopé. Entonces, en el festival de referencias sin sentido en el que se ha convertido esta película, aparece Ghost Rider, el motorista fantasma, y le matan con un extintor (junto a lo de la aspiradora para El Hombre De Arena, esto es algo que nunca se había hecho). Entonces, de seguido, sale Rocky Balboa y le arranca la cabeza a otro soldado, que se enfrenta a él con una jeringuilla de Botox en la mano (¡Ese sarcasmo bien afilado! ¡Esa crítica social! ¡Esa chorrada como un piano!). Entonces empieza la parte más laureada de la película por muchos (ojo, tampoco es tan difícil mejorar lo visto hasta ahora): Una parodia del GTA más o menos bien hecha (tirando a “menos”, ya os lo digo yo) donde Leónidas consigue dos metralletas (y un tatuaje de San Andreas). La cosa dura hasta que Xerxes afirma “¡No aguantaré más violencia de un videojuego!” y la parodia acaba. Quizá sintáis desgana a la hora de contaros esta parte de la película, pero no es tal: Es simplemente que las cosas pasan. Una tras otra. Sin unión alguna. Ahora Spiderman, ahora GTA, ahora Rocky, ahora un gay. Tranquilos, hemos llegado al punto álgido. Ya queda poco sufrimiento.

Xerxes encuentra el cubo de los Transformers, que estaba por ahí, y se transforma en un robot más digno de Gladiformers que otra cosa, en cuyo pecho se reproduce el vídeo de Youtube con el famoso “Leave Britney alone!”. No preguntéis por qué. Cuantas más referencias, más graciosa es la película. Eso lo sabe todo el mundo, ¿no? Al final, el robot cae encima de los espartanos y Leónidas muere. Un año después, el soldado ciego se enfrenta a los persas, pero esta vez también armados con un croma con soldados (para un chiste decente que hay…), y aprovechan para pegar una paliza a Lindsay Lohan. Porque no hay mejor cierre para una película que pegar a Lindsay Lohan. ¿Cierre? ¡No! ¡Aún queda mucho más! Como postre (un postre denso, difícil de comer, pastoso y del que nadie normal comería más de una cucharada), todos los personajes metidos con calzador de la película cantan I Will Survive en el plató de American Idol. Es el colofón a una hora de película (¡una hora!) que se pasa como ochocientas. Por suerte, podemos levantarnos para irnos y…

¡No, no! ¡Sentaos, leches! ¡Que esto no acaba aquí aún! Como la película tenía escenas eliminadas y no les apetecía meterlas aparte en el DVD, te las meten al final de la película. Ojo a la batería de chistacos, que harían bueno a El Club Del Chiste. Y ya es decir. Vamos allá: Leónidas compra putas para sus soldados (¡Ja, ja! ¡Prostitución! ¡Miles de mujeres no tienen dinero y tienen que dedicarse a ello!), Leónidas le rompe la espalda a su hijo mientras le insulta (¡Ja, ja! ¡Maltrato infantil, tanto físico como psicológico!), Leónidas baja la moral de sus soldados diciendo que van a morir seguro, Bush es tirado al pozo (porque no tuvimos bastante con los del principio de la película), Spider-Carmen Electra aparece en medio de Nueva York y, bueno, se cae y se muere, Ellen es tirada al pozo, un poco más del “Tu madre es…” con menos gracia incluso que los que aparecieron en la película, Tom Cruise cae al pozo (siendo celebrado por el resto de personajes)… En fin: Chistes de nivel. Y que Casi 300 no fuera nominada al Oscar en ningún aprtado, tiene narices, ¿eh? Ah, al final hay MÁS. Ahí lo dejo.

Si os habéis recuperado, el lunes volvemos con la semana 2. Con suerte, menos dura que esta. Con suerte.

15 respuestas to “Casi 300: ¡Tiene gracia porque existe!”

  1. nohaynicklibre Says:

    Lo peor de este tipo de pelis es que los «chistes» solo hacen gracia (bueno, eso es un decir) durante el mes del estreno, porque parodian solo cosas de actualidad. Por ejemplo el pingüino ese bailón del principio es una parodia de Happy Feet, pero claro, si ves esta peli en el 2013 no pillas una mierda porque está parodiando una peli de hace cinco años que ni siquiera era memorable.

  2. Chuck Draug Says:

    Recuerdo que intenté ver esta película. Me quedé en la escena en que Leónidas va a ver a sus 10 soldados y a Kevin Sorbo (por si no lo sabéis, sí: Hércules aparece… no se llama Hércules, claro, pero…).

    El principio, esa introducción sobre las parodias, la suscribo. Precisamente la gracia de aquellas parodias estaba en que, aunque no eran sutiles, sí que sabían jugar con sus géneros: que si terror, que si bélico, que si catástrofes aéreas, que si policíaco… Los chistes funcionaban porque, además, aunque algunos atacasen películas concretas, la mayoría son atemporales por eso, por referirse al género.

    Las Movies, en cambio, ya son harina de otro costal. Van a por lo que es novedad en EE.UU. en ese momento. Aparecen cameos de personajes que no vienen a cuento, referencias a cosa que están en boca de algunos en ese año (o mes, mejor dicho)… Los chistes se pierden por ser demasiado específicos y, sobre todo, porque no están bien ejecutados. No hay gracia, todo se basa en golpazos, caca, culo, pedo, pis. Al menos un poco de variedad, ¿no?

    Pues eso, que Casi 300 no llegue a verla entera. He soportado horrores indecibles, pero esta película, de tan horrible que es, jamás he conseguido verla entera. Ni ganas hay.

  3. Neyebur Says:

    Las pelis de parodia que comentas al principio del post eran buenas porque trataban de contar una historia mientras parodiaban, recordabas a los personajes al terminar la peli (Fronkostein, Casco Oscuro…). Privaba la calidad sobre la cantidad, podía haber un momento sin chiste, para que avanzara el argumento, pero sabías que estaban preparando una broma que valía la pena.
    Ahora las Movies parecen hechas en cadena, metiendo en una batidora todo lo que es popular en ese momento y esperando que la gente se ría al identificarlo. Esto hace que la película sea caduca, tiene su «gracia» en su momento pues pillas las referencias, a diferencia de las originales, que tenían una cualidad atemporal, haciendo que las disfrutaras en su día y ahora, incluso a veces sin haberte visto la obra que parodian.
    Se dice que para parodiar algo tienes que entender lo que parodias, y mientras que los creadores de las Movies demuestran no entender las pelis que burlan (se dice que solo ven los trailers y lo creo), puedes ver como Mel Brooks, los Monty Phyton y otros genios de la sátira si vieron las pelis y que las entendieron y hasta disfrutaron.
    Solo espero que algún día acabe la era de las Movies y vuelva el auténtico género.

  4. Calave (@iCalave) Says:

    No he visto Casi 300 y ahora sé que acerté de pleno. De hecho, seguro que me he reído mucho más con este análisis de lo que lo hubiera hecho viendo la película.

    ¡Genial artículo!

  5. Superlayo Says:

    «El jovencito Frankenstein» es una de mis películas preferidas, es una lástima que ya no pueda disfrutarla como antes porque ya me sé de memoria todos los chistes antes de que ocurran.

    Y tengo que decirte que lo siento, Randy. Por dos razones: primera, siento que hayas tenido que dedicar tu tiempo a ver a esta bazofia; y segunda, porque no he sido a capaz a leer el post más que por encima, de lo malo que es el desarrollo argumental de la película.

    Que horror, de verdad. Que horror. Si es que me quedé con la boca abierta de incredulidad después del primer vídeo, y después de lo del pingüino no fui capaz ni de seguir leyendo en serio.

  6. mariods86 Says:

    He de reconocer que la peli me dejó totalmente frío. Ya a partir de las Scary Movie me dí cuenta de que el género del «humor absurdo» que también se les daba al grupo Zucker-Abrahams-Zucker se había ido para siempre. Cada vez chistes más malsonantes con tal de arrancar una risa en base a un humor que más que negro es desagradable y un abuso de referencias sin venir a cuento (al menos las referencias de clásicos como Mafia! o Hot Shots venían siempre a cuento con el argumento principal). Estas comedias funcionaban porque ofrecían una historia medianamente bien hilada y fácil de seguir, en la que los chistes se sucedían DENTRO de la trama y no como vulgares recortes de «mira qué peli estamos parodiando», aparte de que tenía a actores bastante decentes que, dato importante, actuaban tomándose el trabajo en serio (de ahí la gran labor de gente como Leslie Nielsen o Lloyd Bridges, los cuales pasaron de un tipo de cine más serio a ese cine paródico sin abandonar su dignidad, lo que hacía que fuese más genial su actuación).

    Es un tipo de cine que desgraciadamente se está intentando recuperar con este tipo de pelis, y no funciona porque se ha abandonado gran parte de las cosas que hacían grande este tipo de género por una degeneración del sentido de las mismas, que no arriesga con el sentido del humor, que se olvida de la sutileza y ya no trata a su espectador como a un ser inteligente. Una pena, la verdad.

  7. Paradox Says:

    Solo conozco dos películas de parodias peores que ésta. Una es Disaster Movie (por motivos obvios, me parece la peor de las Movies que han parido Seltzer & Friedberg). La otra es Silly Movie 2 (no, no hay una Silly Movie 1. No, no me pregunten por qué el título tiene un 2). Especialmente la segunda, en la que, en una parodia de «El Sexto Sentido», una pasajera del avión dónde se desarrolla parte de la película (en evidente plagio a Aterriza como Puedas) ve a diferentes personalidades del cine, incluyendo a Charlie Chaplin y Marylin Monroe. Ahí, como amante del celuloide, apagué la televisión ya que era la primera vez que sentía que el séptimo arte estaba siendo vil y descaradamente INSULTADO.

    Como ya han dicho por allí arriba Neyebur, para parodiar algo TIENES que entender el material original, captar los recursos que forman su estructura y luego jugar con esos recursos para lograr un efecto cómico. Es por eso que uno de mis placeres culpables es la serie de Adult Swim «Childrens Hospital», una parodia del género de las series de médicos, teóricamente. Sí, los chistes pueden no ser muy buenos en muchas ocasiones, incluso ser desagradables. Demonios, incluso uno podría decir que muchas veces ni siquiera es una parodia de las series de médicos y solo una excusa para hacer chistes sobre niños con cáncer. Pero… hay que reconocerlo: tanto los actores como el equipo de rodaje conocen bien el género y disfrutan haciendo sátira con él Y SE NOTA. Los planos, los decorados, los arquetipos de personajes, las tramas… cuando lo hacen bien, lo hacen bien y uno puede notar que hay un esfuerzo y unas ganas de divertirse a costa de los clichés de un estilo de ficción que todos conocemos.

    Aquí no. Simplemente vieron algo que era guay y dijeron que podrían sacar unos morlacos mezclándolo con otras cosas guays. Y claro, pues pasa lo que pasa. Al menos, con usted, señor Randy, nos hemos podido reír lo que no podríamos haberlo hecho si hubiésemos pagado por ver «esto» en el cine

  8. paco Says:

    Ya no puedo volver a sonreír :(

  9. griseomitran Says:

    Leído entero.

    No he visto «Casi 300» y debo decir que si no fuera por los vídeos hubiera llegado a no creerme que lo que estaba leyendo saliera en una película de «parodia».

    Eso sí, lo que me he reído con este texto. :P

  10. Fosforo Says:

    Casi vomito viendo los videos. Lo digo en serio. No pude terminar de verla en su momento, y no me había dejado ningún recuerdo de escenas concretas. Me alegro profundamente.

  11. Sobre "Casi300" y las películas parodia Says:

    […] Sobre "Casi300" y las películas parodia […]

  12. Thanos Says:

    Recuerdo en su epoca ver los carteles de esta pelicula en el metro y pensar: Sera una coña ¿no? No pueden caer aun mas bajo…
    Lo malo es que luego llego Disaster, y demostraron que podían perforar el suelo

    Yo la vi solo cuando le echaron en la tele, y aun asi me costo como 3 intentos. Pelicula horripilante y de mal gusto donde las haya

  13. McPuto (@RoboChopSuey) Says:

    Kevin Sorbo, con lo que tú eres, mira que verte relegado a este tipo de subproduct… eh… no he dicho nada.

  14. Lograi el Luciérnago Says:

    Te has olvidado de Top Secret. Muy mal…
    Por lo demás, sí, se ve que es un ñordo importante, pero… ¿es peor que Date Movie…?

  15. Malleys Says:

    Secundo a Lograi, Top Secret QUÉ´.

    He leído el artículo muy serio. De verdad, muy, muy serio, con un gesto de desaprobación permanente en mi cara. Solo con imaginarme las escenas me pongo malo, joder, y los vídeos son insufribles, no sé como he podido ver el del pozo entero.

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