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Los 10 peores spin-off infantiles

septiembre 3, 2013

Preparad la leche con Cola-Cao y las Tosta Rica (ese recuerdo de la infancia de todos más provocado por los anuncios en la tele que por la realidad) y apagad las luces. No mucho, que luego os hacéis daño en los ojos, cabestros. Hoy os vamos a contar una terrorífica historia de que os dará tanto canguelo que no la podréis olvidar. Una de esas historias que todo el mundo conoce y que pasará de padres a hijos, prolongando su leyenda, como El Doctor Jeckyll Y Mister Hyde, Yo Me Maté En Esa Curva (Pregúnteme Cómo) o La Cuarta Temporada De Community. Su nombre, El Productor Avaricioso. Ibáñez nos había propuesto llamarlo Mandador El Productor, pero claro, hay que tener en cuenta lo gagá que está el hombre a estas alturas.

Érase una vez que se era McPesétez, un productor de cine y televisión que quería realizar su sueño de infancia (y el de todos nosotros, para qué negarlo): Bañarse en una piscina de monedas cual Tío Gilito, por mucho que duela y por mucho que se le clavaran monedas de 20 céntimos en el ojo. La ceguera con toneladas de billetes es menos ceguera. Mirando a su amplio abanico de licencias de baratillo, nuestro ávido McPesétez pensó: “Eh, ¿habrá alguna forma de ganar más dinero con las chorradas que hago, aunque con ello destroce la obra original por completo?”. Después de poco pensar (así es como nuestro protagonista hizo también la segunda película de Expediente X, ¡y todos sabemos lo necesaria que era!), la solución llegó a su mente: ¡Pues claro! ¿Por qué no crear versiones infantiles de los héroes de las sagas que funcionan? Nuestro productor rió malvadamente a la luz de la luna, llamó a un guionista de segunda fila que se dejara mandar por cuatro perras y tres latigazos diarios y espero a que su piscina se llenara del todo. Fin. Buh. Terror y miedo.

Walterito White y su contrabando de gominolas de pica-pica

Walterito White y su contrabando de gominolas de pica-pica

Aunque no lo creáis, este terrorífico relato de Halloween que nos demuestra que el mal gana siempre está basado en cientos de historias reales (¡Sorpresa! ¡Shock! ¡Bostezos!). Dejando aparte a los cómics de la golden age en los que Batman se encontraba con un Batman bebé de una realidad alternativa o a Superboy, que se lanzó para crear nuevos y rocambolescos giros de guión (¡Superboy se ha convertido en la mascota de Krypto El Superperro! ¡Pa Kent no puede azotar a Superboy porque su culo es de acero! ¡Superboy está gordo porque ha comido mucho! ¿Qué demonios les pasaba en aquellos años?), el primer ejemplo claro le encontramos en los cómics de, cómo no, Archie. Corría 1956 cuando, en mitad de una partida de póker, que seguramente fuera de Monopoly, pero esto queda menos glamouroso, alguien comentó a John Goldwater, creador del personaje, “Has hecho un imperio solo con Archie. Todos tus tebeos son Archie esto, o Archie aquello, o Gran Archie o Pequeño Archie”. No se necesitaba más inspiración. Así de genial era el tipo (cámbiese “genial” por el adjetivo más insultante que puedan encontrar, desde “inútil” hasta “guacamolense”). Little Archie duró 140 números y se hizo un hueco entre el resto de publicaciones de Archie Comics, como Archie Y Yo, Las Carcajadas televisivas de Archie o Vida Con Archie (detecto una pauta… ¿Pero cuál?). A posteriori, después de que muchas otras series lanzaran un rayo rejuvenedor a sus personajes, el fenómeno “¡Ahora son niños! ¿Qué disparatadas aventuras correrán?” pareció desvanecerse hasta que, en 1984, Los Teleñecos (The Muppets para esos que dicen Lost en vez de Perdidos o FlashForward en lugar de ¿Qué Cojones Es Esta Mierda?) lanzaron Los Pequeñecos, que, sorprendentemente, no estaba tan mal como pudiera parecer. Pero la calidad de la serie daba igual mientras hubiera niños comprando peluches a montones. ¡Y vaya si los había! El éxito fue tal que los productores vieron el filón de nuevo y se dedicaron a realizar, sin miramiento alguno, versiones “bebé” de sus productos más famosos. Por suerte, no se llegó al límite de Friends Babyz, Dragon Ball Junior (aunque GT lo intentara), M*E*N*O*S*H o barbaridades similares, pero pronto descubriréis que no estuvieron tan alejados. Preparaos para descubrir hasta dónde puede llegar la crapulencia de McPesétez y sus coetáneos con… ¡¡las 10 versiones infantiles más increíbles de la historia!!

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