Mortadelo y Filemón: ¡Bajo el bramido del trueno! ¡¡Qué risión!! (y 2)

Ya lo dijo Ibáñez en su día: La culpa de que sus álbumes cada vez vendan menos es de los videojuegos. Y tiene razón. Ya es hora de destaparse y decir la maldita verdad: Cualquier videojuego, por insulso y aburrido que sea, aunque sólo tenga cinco pantallas llenas de frisbees asesinos, es mil veces más divertido que los últimos álbumes de Mortadelo. Por lo menos no queremos asesinar al autor mientras jugamos, o no nos preguntamos constantemente por qué obligan a un hombre mayor a tomar drogas psicodélicas para seguir haciendo cinco cómics largos al año. Porque no le puedo encontrar otra explicación que la de las drogas a lo que vimos la semana pasada. Sí, amigos. Os lo recuerdo. Me refiero a ESTO:

Sin duda, la culpa es de los videojuegos. Pero en fin, sigamos con lo nuestro. La pérfida Sigrid, después de tirarse a Mortadelo sin apenas conocerle (si al final el pesado del Porta iba a tener hasta razón en su cancioncita famosa de marras) no se siente ni culpable ni nada. Vamos, que a saber la de gente que se ha trajinado en palacio la buena mujer durante las ausencias de Trueno. Supongo que todas las que ha querido, a juzgar por su poder para desenvolverse en cualquier situación. Y es que si yo viniera de la Edad Media, probablemente no me adaptaría tan bien al idioma actual como ella. Vamos, que parece que ha estado escuchando al raperito chungo de turno para aprender el lenguaje popular. Y así le va.

Eh, colega, tío, aparta el morro que viene el Capi. Tron, ¿siguen hablando así en la calle? Deja de morrearme, chuleta. Vamos con la pandi, yeah. Curiosamente, dos viñetas después vuelve a hablar en lenguaje arcaico (“Informábame de por dónde se sale de aqueste lugar”), así que empiezo a no tener muy claro si la muchacha sabe lo que está diciendo con “aparta el morro que viene el Capi”. ¿Hablaría así el rey Arturo en las fiestas privadas de Camelot? ¿O son las horas con Crispín las que han hecho que cambie el lenguaje de esa manera? ¿O que el autor es un vago y a estas alturas se la pela todo? Por no hablar de la pose del Capi en la primera viñeta, con el pie descoyuntado y pegando saltitos de una manera que, sinceramente, no puedo imaginar animada. Además, las manos mutazoides del tamaño de su cabeza han retornado mágicamente. ¡Miradlas fijamente y pensad en los bofetones que el tipo en cuestión os puede dar! ¿A que acojona un rato largo? Pero no es Trueno el único que sufre del extraño síndrome de las manos gigantes, no. Debe ser algo común a la gente que viene del pasado mediante pócimas mágicas y argumentos pillados por los pelos…

Me encanta la cara de Trueno, probablemente cogida de alguna viñeta en la que se estaba enfrentando a alguien duro de pelar y aquí intentando pasar por sonrisa de ligón casi tanto como las manos de ella (fijaos en que cada una va por su cuenta), combinadas con la mirada y la sonrisa de pérfida malvada de Melrose place. En fin, ya os podeis hacer a la idea: la mitad del tebeo son bromas sobre Trueno cornudo, con Mortadelo y Sigrid descojonándose de él por detrás. Ideal para leer cuando tu novia te ha dejado por otro, oye. I-de-al. La otra mitad, son clásicos dimes y diretes con chistes apenas repetidos en tebeos anteriores. Uy, no.

A saberse: La Ofelia está gorda y tiene las tetash grandes, Filemón se hace daño por culpa de Mortadelo y hay confusiones tontas. Ya tienes hecho un cómic. El problema es que lo que ha funcionado toda la vida, cuando ha perdido la inocencia deja de tener su gracia. Antes, Filemón gritaba “¡Sapristi!” incluso cuando le acababan de volar el dedo gordo del pie. Y tenía su gracia y su aquel. Ahora, hombre, habrá quien le haga gracia. Supongo. Si Jaimito Borromeo sigue haciendo shows por ahí, es posible que alguien mire esta viñeta y se parta el…

No entiendo por qué parar. Sigue, hombre, sigue, que no hemos pillado el chiste aun. Yo te ayudo. “¡Toma ojete! ¡Toma orto! ¡Toma ano! ¡Toma posaderas! ¡Toma mofletes! ¡Toma glúteos! ¡Toma nalgas!”. Animo, hombre, Ibáñez. Si Leonardo Dantés hizo una canción sobre el pene, tú puedes hacer un cómic temático sobre culos y tetash (las de la Ofelia, claro. ¿Recuerdan los clásicos chistes relacionados con que estaba gordísima? Nada, nada, no vaya a ser que fomente la anorexia, mejor nos metemos con sus ubres, mucho mejor para las niñas de hoy en día).

Por suerte, Ibáñez es un genio entre genios, un creador auténtico, que sabe reírse de sí mismo como pocos antes. Algunos dicen que es egocentrismo, pero qué va, jamás nada similar. Sólo Ibáñez es capaz de hacer un cómic sobre Mortadelo y Trueno e insertarse no sólo en la primera página narrando la historia, sino tambien en el interior. Una vez cada cuatro páginas aproximadamente, para eso de que no se nos olvide quién es el autor. ¡¿Alguna vez habíais visto metareferencias más brillantes que estas?

¡¡Ja ja!! ¡¡Una mierdica!! Si es que no pierde el humor, este hombre. Una mierdica dice, ay. Tiene gracia porque se supone que lo ha hecho él y porque ya nos avanza nuestra opinión final sobre el propio cómic. Incredibol. Un genio, ya les digo. Por cierto, si yo fuera Víctor Mora, le metía el cómic por donde Goliat poco antes. Muy divertido, ja, ja, me has puesto como un viejuno con cachaba, que risa. Mira, Francisco, ¿puedes coger esta pistola y apuntarte mientras yo le doy al gatillo? Sólo para ver que pasa.

La historia, mientras tanto, sigue más o menos adelante. Trueno y compañía informan de que Mortadelham, Filemoncio y Super-Repelente andan por ahí, y Mortadelo y Filemón van a atraparles. En honor a la verdad, hay que decir que el final del cómic no es tan malo como podría haber sido. El problema es que dudo que nadie pase de la página 20. Si alguien se atreve, Ibáñez nos regala grandes caricaturas a la altura de Vizcarra, como ésta en la que clava a ZAPATERO…

…humor sutil que no implica pilulas ni pililas…

…dibujos con las proporciones correctas y sin ningún problema de tamaño…

…situaciones cada vez más verosímiles (¿a quien no le ha pasado eso de hablar con el culo?)…

…Y todo, ¿para qué? Para que al final resulte que Mortadelham, Filemoncio y demás no estaban en el futuro sino en la época de los dinosaurios. Qué gran malentendido, eh. ¡Qué ingenioso! Personalmente me habría parecido veinte veces más interesante un cómic donde el verdadero Filemón intentara atrapar al falso, pero en fin. Si no tiene tanta gracia como verles siendo deglutidos por un tiranosaurio, pues no tiene tanta gracia, qué le vamos a hacer. Se ve que no soy Ibáñez.

Por cierto, ¿os acordáis de que había un grupo que iba “a barrer la TIA de arriba abajo”? Se medio comenta en el inicio del cómic y no se le vuelve a dar importancia hasta el final. Y es que sí, obviamente eran barrenderos, como aventuré nada más leerlo. Yo y cualquiera. Jo, tú, qué inesperado. Total, que al final Trueno y compañía se vuelven a tomar la bebida que les llevó al futuro (todos menos Sigrid, ja, ja, ¡qué picaruela!) y aparecen en otra época. Sí, amigos, no harto Ibáñez con joder a Trueno en este crossover, no tiene una idea mejor que mandarlo a la época de Franco. Ahí, sí señor. Con dos cojones. Y, para terminar, sin que nadie le de la menor importancia a que el capitán Trueno haya estado en la TIA, Mortadelo se lleva a Sigrid a bailar. Una viñeta para la antología. No sólo porque la cabeza de Mortadelo sea cinco veces más grande que la de ella, no sólo porque los diálogos sean lo menos Mortadelesco que uno se pueda echar a la cara, no sólo por la extraña cara orgásmica de Sigrid o las piernas voladoras de Mortadelo, no. Fijaros en la cara de maniaco sexual de él. ¿Acojona o no acojona? Ideal para usar el spray de pimienta si te le encuentras por la calle una noche cualquiera. Brrr.

Y se acabó. El cómic, Mortadelo, mi infancia y todo. Espero que Ibáñez haya sido encarcelado por hacer semejante aberración contra la historia de la humanidad y que no le vuelvan a dejar coger un lápiz jamás para hacer algo que no sea 7 rebolling street o Chicha, Tato y Clodoveo (que siempre me gustaron más que 13 rue del Percebe y Mortadelo, respectivamente). Adios, Ibáñez. Y Mortadelo. Retiraros de una vez, leñe.