Seriéfilos o cómo perder el tiempo con glamour

¿No lo has notado? Las peonzas. Se han puesto de moda sin que te dieras cuenta, y ahora tienes que subirte al burro. Tus compañeros de oficina bailan cuatro a la vez, tus amigos se ríen de ti por no hacer girar esa tan popular con brillantina y colorines, y los expertos en peonzas te miran por encima del hombro y te dicen que estamos en la época de oro de las peonzas. ¿Qué demonios haces aún con tus Tamagotchis? ¡Las peonzas son el futuro! ¡Las peonzas son los nuevos Tamagotchis! Si tienen que hacer conferencias para demostrarte que, si no has visto girar una peonza roja de Swarovsky es como si no hubieras visto nada, lo harán. Y al final, también caerás. Al fin y al cabo es la moda, ¿verdad? Todo el mundo lo hace y, aunque es pesado a ratos, en el fondo es tan y tan divertido hacer girar las peonzas una y otra y otra vez… Eh, y si sigues así quizá alcances a aquel que hace girar treinta al mismo tiempo sin perder el control de ninguna. Sí, está perdiendo riego mental y personalidad y, al mismo tiempo, ganando algo de enajenación, pero ¡mira cuántas jodidas peonzas sigue a la vez! Vale. Este parece un escenario poco probable, más que nada porque las peonzas son uno de los instrumentos menos divertidos que ha inventado el ser humano junto con los yo-yós, pero es básicamente lo que está ocurriendo ahora con el mundo de las series de televisión. Todo el mundo sigue una, todo el mundo es fan, todo el mundo es un seriéfilo del copón bendito: Quien más quien menos está enganchado a House, Lost o Bones y siguiendo alguna serie que ya terminó en plan maratón sanguinario. Veinte capítulos sin descansos para mear: La prueba definitiva.

Esta obsesión por el mundo de las series ha llevado a la creación de dos tipos de estereotipos que hasta ahora no existían (gracias al cielo): Los que se las dan de seriéfilos y los obsesos, también llamados “gurús”, “tipos que dan conferencias”, “parados” o, simplemente, “enfermizos enganchados a Twitter”. Los que acaban de llegar al planeta Tierra aún creen que lo que se lleva hoy en día es ser friki. Los más retrasados creen, incluso, que lo otaku sigue de moda. Ay, amigos, lo que ha cambiado el panorama en un par de años. Los frikis han vuelto a su lugar de origen, el enclaustramiento más absoluto entre juegos de ordenador y tableros de Carcassone. Los otakus cada vez brillan más por su ausencia y apenas salen a la luz en los salones del manga. A estas alturas molestan poco. Pero todo el mundo quiere ser seriéfilo, hasta el punto de que son estos, y no los jugadores de rol o los comiqueros, los que han recuperado el peyorativo pero sorprendentemente agradable para muchos “friki”. ¿Nunca habéis dicho la frase “La tengo pendiente”, “La dejo para el parón” (atención: Decir esto es la precuela a dejarlo para siempre) o “Quiero verla pero no tengo tiempo”? ¿No tenéis un poquito de envidia de aquel que, dios sabe cómo, se ha visto todas las series del mundo y, por tanto, parece tener una opinión más válida que la tuya? Espero, por vuestro bien, que no os hayais intentado parecer a él y haber intentado, a la vez, seguir manteniendo una vida social óptima. No hay nada más triste que aquél que se las da de visionador de series compulsivo y que en realidad sigue Lost a ritmo Cuatro, House en versión original y Bob Esponja si lo pilla de casualidad. Jo, qué friki, colega.

«He leído en tu blog que te gusta limpiarte el culo con toallitas húmedas». Ese día, Pablo Motos se libró de morir aún no se sabe por qué.

Afrontémoslo, Lostie de los cojones: Deja de dar el coñazo. No solo todo el mundo ha visto Lost a estas alturas, sino que todo el mundo es el fan número uno. ¿Te crees especial por haber visto la Lost Experience y los videos de orientación de Dharma? ¡Hasta tu abuela los ha visto! ¿Crees que tu camiseta de la estación Cisne te hace diferente al resto? Mira a tu alrededor: Hasta Flipy, el incansable e insoportable científico de El Hormiguero y doblador aún más insoportable en sus ratos libres, lleva una bata de Dharma. Aquel que se planta delante de ti, sonriente y diciendo: “Hola, soy tan fan de Lost que hasta tengo una figurita, seguí la Lost Experience y sé lo que es la Ecuación de Valenzetti” no merece algo mejor que una muerte dolorosa. Uauh, en serio, ¿tienes una figurita? ¿Te has comprado una figurita de esas que están saldadas a menos de diez euros porque nadie quiere? ¡Habría que darte un premio, coño! ¡Qué leches, un monumento! ¡O, por lo menos, regalarte el final de la serie de manos del propio J. J! ¡Esto no puede quedar sin recompensa! Lo siento, amigo, pero al igual que no eres el único con figuritas (y para que esto no quede hipócrita: Yo tengo dos), no eres el único que ha pensado en hacer una quedada para el episodio final, o en ir a Bharma a celebrarlo: Hay miles de personas a lo largo de España que piensan como tú, al igual que hay miles de personas que han intentado engancharse a ese bodrio infernal que es FlashForward con la única intención de encontrar ahí la sustituta para el vacío que deja Perdidos en sus corazones. Sin conseguirlo, claro. Qué escalofríos.

Tampoco nos engañemos: Perdidos es la bomba (y no, no es un intento de broma o spoiler. Bueno, un poco). Estamos todos comiéndonos las uñas para ver el final de serie, pero ¿sabéis qué? Hace años nadie se chuleaba de ver El Equipo A (básicamente porque era una bazofia, aunque quede mal decirlo) o El Prisionero. Si la gente se cree importante por ver Lost es, simplemente, porque de esta manera creen estar un peldaño cultural por encima del resto de la gente. ¿Qué? ¿Lees a Nietzsche, ves películas de Griffith y has ido a todos los museos de París y Roma? Sí, muy bien, muy bien, pero ¿qué opinas de Perdidos? Cuidado, amigo, que me la veo en versión original. Nota como se te llena la boca de grandiosidad: Versión original. Yeah. Lo mismo algún día hasta vas al cine a ver una película así, pero tienes miedo de que leer las letritas te impida ver la imagen. So palurdo. Por si os lo estáis preguntando, es fácil distinguir cuándo alguien sigue Lost porque le gusta y cuándo alguien lo sigue porque es la moda y se cree mejor que los demás: Si le pilláis gritando los números malditos en mitad de la calle mirando a un lado y otro por si alguna chica cae (Lost es tan válido para iniciar una conversación hoy por hoy como el tiempo o los viajes en avión: Un tema universal), es, además de idiota, alguien que se olvidará de la serie en cuanto llegue otra moda que le haga parecer cool. Eso o un loco peligroso que debe ser encerrado de inmediato. O ambas a la vez, quién sabe.

Los números son chungos, pero no tanto como tú echando la lotería.

Espero que se entienda que no me estoy metiendo con los fans de Perdidos, que a estas alturas todos pecamos de lo mismo, sino con aquellos que, solo viendo Perdidos, se creen que están en posesión de la verdad y del deber de ir pregonando las bondades de la serie, de la versión original y de la puta madre de Locke. No hace falta ver más, no hace falta preocuparse por otros canales de televisión u otras bondades que podamos escoger de la televisión norteamericana, que son muchas: Si no ves Perdidos, estás fuera del camino. Out. No vales nada… a no ser que seas un gurú, claro está. Un gurú es esa persona que dedica su vida a ver series de televisión, bien por ser su trabajo (Hernán Casciari, Alberto Rey) o bien porque no tienen nada mejor que hacer. Ya sabéis: ¿Para qué buscarse una vida, una novia y un trabajo si puedo tragarme una temporada de 24 en un solo día? ¡Uauh, estas serán 20 horas moviditas para Bauer y para tu reblandecido cerebro! La obsesión por las series está llegando a un punto que da auténtico miedo: Todos conocemos a aquellos que, como enganchados al World of Warcraft, no paran de ver series ni en el cuarto de baño, se las descargan en el iPod y solo saben hablar de lo bien que estuvo lo último de The Office. Si es que les pillas en modo hablar y no en modo “Ignorar”. Las series son más importantes que sus amigos. Las series son más importantes que su vida y, aunque no lo quieran reconocer, hace mucho tiempo que dejaron de disfrutar viendo sitcoms: Es la droga que necesitan para afrontar un nuevo día. Un capítulo más y me voy a la cama. Y mañana a las ocho de la mañana, otra vez. Qué miedo, tú.

Pero tranquilo, seriéfilo de mentirijillas: ¡Tú también puedes ser un seriéfilo de verdad, de los que molan, de los que hacen podcast y se ríen de estos pobres pringados que no han terminado de ver Studio 60 o tienen la poca vergüenza de esperar a sus novias para ver sus series favoritas en lugar de verlas nada más descargarse! Deja tu manido discurso pro-Lost y no te olvides de decir estas frases en una conversación cualquiera sobre series. ¡Te espera el éxito absoluto e inmediato! ¡La llegada a los cielos del Olimpo! Si tienes mucha suerte, ¡quizá puedas intentar ligarte –y ser rechazado- por alguna de las TV Slayers! Bienvenido al final de tu vida. Prepara bien tu tono de voz para parecer serio al decir…

«¿FlashForward aburrida? ¿Por qué lo dices, porque es el quinto café que me tomo intentando aguantar los dos primeros minutos del episodio? Bueh, alarmista»

-“Lost no es para tanto”: También es válido con La Bola de Cristal, pero no con House (no preguntéis, por alguna razón House es intocable y un gran procedimental. Además de siempre lo mismo, vaya). No importa que estemos deseosos de saber todos los secretos de la isla o que flipáramos pepinillos con las cuatro primeras temporadas. Ser un transgresor vende mucho más que seguir a la masa, y, qué demonios, solo te viste cuarenta veces la primera temporada, definitivamente no es para tanto. Es más: Si te preguntan, no te olvides de decir que sabes que el final nos decepcionará a todos y que, aunque le agradeces el haberte introducido en el mundo de las series, ahora es una segundona al lado de una serie británica que solo conoces tú. Lo underground vende. Lost hace tiempo que fue despreciada por “los que saben”, como si fuera el Estopa de las series, el David Bisbal de la cultura seriéfila, un Física o Química cualquiera. Incluso han empezado a salir voces (y esto es tristemente cierto) que aúpan a la serie de Cabano y sus colegas como superior a la de los extraviados. Cuanto más rarito, más éxito tendrás en la blogosfera de seriéfilos (que, a todo esto, es un endogámico eco que se repite una y otra vez). Es un hecho.

-“Los Soprano es la mejor serie de la historia”: No tienes ni que haberla visto. Nadie te lo va a cuestionar, así que suelta cosas como esta. También puedes decir El Ala Oeste de la Casablanca, The Wire o A Dos Metros Bajo Tierra. Aquí no se permite ser underground: Tienen que gustarte y punto. Si no, estás expulsado del grupito y te señalarán diciendo en  voz baja “Eh, a ese no le gustan Los Soprano”. ¿Quieres saber cómo es tener la lepra? Prueba a soltar la frasecita en Internet y prepárate para el desastre. Además de apuntar que es la mejor serie de la historia, di que “tiene el mejor final posible” (aunque el fundido a negro te pareciera una broma pesada) y que “los actores están fantásticos” (a pesar de que no pasaras de la primera temporada por su ritmo lento y porque te aburrías más que viendo Noche de Fiesta). ¡Bienvenido al mundo de los seriéfilos, amigo! No tienes por qué pensar ni tener opinión propia: ¡Otros lo hacen por ti!

¿Por qué Los Soprano y no Los Aurones? ¡Injusticia! ¡Injusticia! ¡Viva lo undergraun!

-“Cuando se fue Friends se quedó un vacío en mi corazón”: Y a mi cuando murió mi perro, pero no necesito decirlo en cada conversación. “A mi me gusta mucho Scrubs”-“Sí, bueno, yo es que desde que se fue Friends hay un vacío en mi corazón”-“Ah”; “Parece que va a llover”-“Se parece al día que dejé de ver Friends, que dejó un vacío en mi corazón”-“Qué bien, oye”; “¡Mi padre ha muerto de cáncer!”-“Sé como te sientes, el día que Friends se acabó…”. Los fans de Friends son, si cabe, aún más plomizos que los locos por Perdidos: Se acuerdan de cada episodio, cada frase, cada diálogo y cada movimiento, hasta el punto de que Friends ha dejado de tener gracia para ellos. Pero lo siguen viendo religiosamente, claro está, y quejándose cada vez que Cuatro tiene a bien repetirlo (yo puedo repetirlo… ¿Pero qué excusa tienes TÚ para hacerlo?). Para ellos, ninguna sitcom jamás podrá compararse con Friends. Ni How I Met Your Mother (que, me atrevo a decir, por momentos es incluso superior), ni Frasier, Seinfeld, The Big Bang Theory o Arrested Development: Todas palidecen ante las idas y venidas de estos seis amigos que, para qué negarlo, mejoran un montón en nuestra nostalgia. Venga ya, gente: Joey se lió con Rachel. ¿Es que todo el mundo lo ha olvidado ya? Probad a llenar vuestro corazón con chocolate o con sexo. Joder, ambas cosas son mejores que Friends y no tenéis que pedirlas a Amazon. El chocolate, por lo menos.

-“Yo es que ya me veo las series en versión original con subtítulos en inglés y así no me pierdo nada de la traducción”: ¡Ja! ¡La última frontera! Ya no vale con ver las cosas en versión original con subtítulos en español. No éramos lo suficientemente especialitos: Ahora hay que verlas con subtítulos en inglés o, directamente, a pelo. Poco importa que no te enteres de qué han tratado y que termines pensando que Jacob le ha dicho a Locke que es un calvorota: Te ves guay. Joder, estás viendo series igual que los americanos. Solo te falta un poco más de sobrepeso, tener un par de escopetas y comer de McDonald’s todos los días e igualito que el americanito medio. Si ellos fueron capaces de crear Urgencias, ¡seguro que así tú también! Las excusas son variadas: “Lo hago para mejorar mi inglés” (claro, porque las academias de inglés son un chiste. Todos sabemos que el inglés se aprende viendo The Shield sin subtítulos), “Así no me pierdo errores de traducción” (¿No sabes tanto inglés? ¡Seguro que puedes subsanarlos al instante!), “Es que me entero mejor que viendo los subtítulos” (joder, ¿por qué no tenemos un martillo en las manos cuando lo necesitamos?)… Ver las series en versión original con subtítulos en inglés es, ni más ni menos y salvo excepciones –que digo yo que las habrá-, una respuesta a los neo-seriéfilos. (Ad)Mírame: Yo no tengo que esperar subtítulos en castellano (o peor: Esperar subtítulos en inglés a pesar de que ya estén en castellano. En serio. De estos también hay) porque veo las cosas sin necesidad de ellos. La nueva frontera. La nueva estupidez supina. La nueva manera de ser guay.

Hola, yo espero que usted tenga más maña haciendo otras cosas que subtitulando o grabando en HD.

-“No, no veo las series en España”: Pero bien que me enfado cuando veo un spoiler en los anuncios de Cuatro. ¡No hay derecho! ¡Están spoileando la serie a los que ya la han visto y dando imágenes que cinco minutos después ya no recordarán a los que no la han visto! ¿A quién se le ocurre semejante barbaridad? Sí, ya vi el episodio hace seis meses, pero no hay derecho que quien no lo haya visto tenga derecho a ver promos. ¿Qué forma es esa de tratar una serie? Pusieron a Jack andando por la selva, ¿qué será lo próximo? ¿Decirte que Bruce Willis está muerto al final de El Sexto Sentido? ¿Enseñarte una pantalla negra en la promo del final de Los Soprano? ¡Menos spoilers y más dignidad! Sobre las series españolas, no veo ninguna porque no hay ninguna buena. Tampoco me he parado a mirar, pero no hablan en inglés, duran más de cuarenta minutos y no pone “HBO” antes, luego estoy casi seguro de que no son buenas. Obviamente, le daré antes una oportunidad a una serie australiana que a una española, no vaya a ser que -¿te imaginas?- vea una serie no descargada de Internet. No podría soportar la vergüenza.

-“Últimamente he bajado mi ritmo, ahora solo me veo 48 series a la vez”: “De dónde saca un seriéfilo el tiempo para ver todo lo que (dice que) se ve” ha sido tema de estudio en Harvard y aun no se ha llegado a una conclusión científicamente probada. Algunos dicen que ver Mad Men te permite ampliar el tiempo del día hasta 48 horas, otros hablan de realidades alternativas. Otros, simplemente, de que algo hay que hacer entre la hora de volver al trabajo (los que tienen) e irse a la cama ocho horas después. Aún así, uno duda de dónde demonios sacan tiempo para ver al día cuarenta series americanas, veinte del Reino Unido y un par japonesas (por eso de lo exótico). ¿Clones? ¿Mentiras? ¿Cómo demonios pueden hacerlo y aún así tener tiempo de comentarlo en su blog? Iker Jiménez debería estudiarlo algún día. O mejor no: La solución es obvia, el llamado “visionado para entendidos”. O lo que es lo mismo, ver solo las partes aparentemente interesantes (para qué pararse a comprobarlo) y pasar para adelante los momentos de relleno: las canciones en Glee, las tramas de Lily en How I Met Your Mother, 40 minutos de los 42 de FlashForward… ¡Coño, así cualquiera! En serio, juro que hay desquiciados que lo hacen.

¡Y ya está! ¡Felicidades, amigo! ¡Ya eres un seriéfilo en condiciones sin tener que verte ni una sola serie! Simplemente sonríe y pon buena cara cuando te hablen de cosas como Black Books, Allo Allo o The Black Adder y añade de vez en cuando un “Sí, no es como Lost, que no merece tanto la pena como dicen”. Espero que estés preparado: Tu viaje hacia lo cool empieza ahora. Y es que así es la nueva gente guay: Los marginados de antaño vestidos de recopetín y con cajas de DeepDiscount bajo el brazo. Casi prefería a los losties monotemáticos.

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