Summer style: Street fighter, la última fumada (1) (por Draug)

El año 1991 es un año para recordar, sin lugar a dudas. Y no, no vayáis como locos a buscar en la Wikipedia qué pasó en ese año. De lo que hablo es de la consagración de los juegos de lucha en dos dimensiones. Hablo, por supuesto, del año en que apareció… Street Fighter II. Sí, vale, hubo un primer Street Fighter en el 87, pero el juego que hizo que Capcom se forrara fue éste, el SFII y sus posteriores versiones. Un fenómeno de masas, tanto que los niños hacían (hacíamos) cola en los recreativos para lanzar ‘ayukens’ o aporrear el mando para dar tortazos con Honda, patadas con Chun-Li o calambrazos con Blanka.

Ainsh, ¡qué recuerdos!

Y como todo producto de éxito, tuvo su propia película. Corría el año 1994 (¿qué os he dicho de la Wikipedia?) y a Steven E. de Souza, guionista que trabajó en series como El hombre de 6 millones de dólares, V y El coche fantástico y en películas como Superdetective en Hollywood 3 (vamos, un guionista de lujo), le vino la idea de representar la lucha entre el bien y el mal en un marco de guerra, usando los personajes que salían en Super Street Fighter II, y se lo contó a los de Capcom USA. La división yanki de Capcom es conocida por ser la que hace normalmente las decisiones estúpidas y los cambios de nombre; así que no era de extrañar que le dieran el visto bueno a lo que tenía pensado Steven para su película: Street Fighter: la última batalla.

Para una película basada en una franquicia tan conocida necesitaban, por supuesto, actores de renombre. O, al menos, gentecilla conocida para promocionarla. Así, no tardaron en poner a Jean Claude Van Damme (belga) para hacer de Guile (estadounidense), a Kylie Minogue (australiana) para hacer de Cammy (¿británica?), a Wes Studi (nativo americano) para hacer de Sagat (tailandés) y a un actor famosete como el difunto Raul Juliá para el malo maloso, M. Bison. Así como suena. Ya irían rellenando los demás huecos más tarde, que con esos cuatro ya vendían y no importaba si luego en la película el que hace de Vega es un actor nativo americano que cree interpretar a un mexicano.

No da muy bien rollo, no…

Ya puestos en antecendentes, vamos a la película, que voy a destripar por completo… Como ya habréis notado, estoy usando los nombres con los que se conocieron a los personajes en Occidente, ya sabéis: el torero ninja es Vega, el boxeador es Balrog y el maloso es M. Bison. Y ésa será la tónica.

En Tailandia, en una zona conocida como Shadaloo (¡dejad la Wikipedia tranquila, esa región no existe, no al menos con ese nombre!) hay un típico conflicto armado de los que en televisión tanto nos ponen para insensibilizarnos. El caso es que ahí nos encontramos con la intrépida y dicharachera reportera de guerra Chun-Li. Sí, lo habéis leído bien: Chun-Li es una reportera. Por supuesto, de todo este conflicto tiene la culpa el general Bison, que se pone a secuestrar trabajadores y cascos azules por puro aburrimiento.

«Hoy en El Diario de Chun-Li entrevistaremos a Bison, que ha vuelto a ver Los Fruitis y se ha sentido engañado»

Bison, mientras tanto, ve las noticias en su base al tiempo que parte cuellos de cascos azules que Zangief (sí, Zangief está con los malos) le va pasando. Nosotros los españoles tenemos la manía de comer mientras vemos la tele; pues bien, Bison tiene la manía de matar soldados mientras ve la tele. Y entonces es cuando Chun-Li entrevista a nuestro colega belga Juan Claudio con un tinte rubio-pelirrojo, aunque por alguna razón le llaman Guile. Van Damme le hace un corte de mangas a la cámara, dedicándoselo a Bison, y el general le dice a Dee Jay (sí, el jamaicano marchoso también trabaja para Bison) que marque el teléfono de aludidos.

Y aquí Bison informa que o le dan 20 mil millones de dólares en tres días o se carga a los rehenes (supongo que los soldados no cuentan como rehenes). Balrog y Honda, el cámara y el técnico de Chun-Li respectivamente, flipan en colores y Juan Claudio aprovecha para mandar un saludo a Charlie y decirle que le sacará de ésta. Bison cuelga y Cammy, que hasta entonces lo único que hace es pinchar teléfonos en vez de enseñar culo o tetash (porque Cammy sólo sirve para eso), no consigue localizar al 100% de dónde viene la señal.

Tras ver la tele, Bison se acerca a ver en la chapa del último casco azul y lee su nombre: Carlos Blanka «Charlie».

¿Cómo? ¿No me creéis? ¿Decís que me estoy inventando esto? ¡Mirad, mirad!

…

¿Parecidos razonables?

Aquí es donde nos golpeamos la cabeza contra la pared mientras gritamos de desesperación. A ver, ¿me estás diciendo que el bicho verde de pelo naranja es en realidad el amigo de Guile que se supone que Bison mató? Pero, ¿Blanka no se llamaba Jimmy? Y de verde no tiene nada… Así que supongamos que el señor de Souza quería matar dos pájaros de un tiro con lo del laboratorio… Vale, a mí ver estos primeros minutos de la película en el cine me mató, eso lo puedo asegurar. En fin, si os habéis sentido igual que yo al leer el artículo hasta aquí, es normal. Y cosas así se van a ver en todo el artículo.

Siguiendo con el berenjenal, en un local de luchas de jaula, donde el Vega americano es el rey, el Chino Cudeiro y su colega el yanki rubiales (supuestamente Ryu y Ken, pero yo seguiré llamándoles por los otros nombres) se van a reunir con un indio tuerto que dice ser Sagat para venderle armas. Pero estos dos resulta que han estafado a Sagat con armas de mentira y como al tuerto no le ha gustado el chiste (eso sí, reírse se ríe), los mete en la jaula para que Vega les haga una cara nueva, empezando por Cudeiro… justo cuando los cascos azules, liderados por Guile, entran y se cargan el local a base de empotrar camiones.

Cudeiro, Sagat y el rubiales, de compadreo.

A todo esto, Bison tiene a Dhalsim (si pensáis en un hindú flacucho, olvidaos) esclavizado trabajando en el Laboratorio de Dexter y con el Quiminova inyectándole cosas raras (esteroides) al Charlie y metiéndole imágenes violentas en el cerebro (eso sí, cuando no está Bison, Dhalsim le mete imágenes pastelosas) para convertirlo en un súper-soldado-asesino. Dhalsim también le toca un poco los cojones a Bison con el típico discurso de «esto se puede usar para el bien, no para el mal». Oh, ¿a que no lo esperabais? ¡Alguien se opone a los malvados planes de Bison, pero no puede hacer nada para evitarlo excepto soltarle el rollo de siempre!

Aquí observamos lo poco bueno de la película: que Raul Juliá era un buen actor, sabía que Bison es un hijoputa sin escrúpulos y sabía actuar como él, por mucho que el Bison original sea dos veces (de grande) el actor. Eso o que el tipo que hace de Dhalsim realmente le estaba tocando la moral…

Una muestra de cariño de Bison. Y Zangief riéndole la gracia.

En la base de los buenos, T. Hawk (que también es casco azul) les comenta a Guile y Cammy que Cudeiro y el rubiales la liaron de gorda en el local y Juan Claudio piensa que pueden ayudarles a meterse en la organización de Bison si los dos consiguen ganarse la confianza de Sagat. Es lo mejor en estos casos: estafas a un señor del crimen y luego te haces su colega. Me encanta la visión de la vida de Van Damme y del señor de Souza.

Así que para convencer a Cudeiro y el rubiales, Guile los lleva a una nave industrial con muchos heridos y les suelta un rollo sentimentaloide. Más tarde, los meten en el mismo camión que a Sagat y Vega, después de que el Chino Cudeiro y el rubiales se peleen y roben las llaves de un guardia que trata de separarlos. Los presos roban el camión aprovechando que están libres y de paso se cargan a Guile a tiros.

¡Oh, vaya, qué escena más emocionante y bien construida! ¡Qué brinco el de Juan Claudio! ¡Y qué papelones! La actuación de Van Damme muriéndose es de Oscar, y no digamos la de Minogue gritando «¡un médico!». Se masaca la tragedia… pero lo que soy yo, me he reído lo mío.

Volvemos con Bison (es lo que tiene que haya tantos personajes, que estás cada dos por tres dando vueltas) y su maqueta de Bisonópolis. El general ve en la tele que se han cargado a Guile y le da rabia que no lo haya matado él mismo en un combate justo entre caballeros guerreros. Le habría partido la columna a Guile, pero ¡eh!, sería un combate entre caballeros guerreros, mucho ojito, no es una pelea barriobajera de ésas. Luego Bison se pone a soltar un discurso en el que dice que él es el bueno y que los soldados genéticos a lo Blanka servirán para instaurar la paz. Es una trola muy grande, pero Zangief se emociona. En fin, alguien tenía que hacer de esbirro estúpido…

De vuelta con los cascos azules y los reporteros, Chun-Li, Honda y Balrog tratan de localizar el camión que huyó, al que pusieron un localizador (mirad de nuevo el vídeo… ¿veis la gilipollez que hace Chun-Li? Pues ahí puso un localizador), pero también ven que hay otro localizador en la base que produce interferencias. Para librarse del segundo localizador, Chun-Li se viste de ninja (es china… por tanto, es oriental… así que, ¡es ninja!) y se mete en el edificio principal, sólo para encontrar que el localizador lo tiene Van Damme… ¡quien de pronto resucita!

Pues sí, ¿creíais que se iban a cargar a Juan Claudio tan rápidamente? Podrían, y nos ahorrarían los vómitos, pero no nos darán ese gustazo. Resulta que estaba todo planeado (oh, sí), que Cudeiro y el rubiales lo mataron de mentirijillas. Chun-Li se explica diciendo que lo que quiere en verdad es matar a Bison, no acostarse con… digo entrevistar a Guile, pero como no está el horno para bollos, la china se escapa «al estilo ninja», se reúne con Balrog y Honda, y trazan otro plan.

¡Tiene los ojos rasgados, así que puede ser ninja!

¡Y sólo llevamos media hora de película!

Pero ahora dejamos a los cascos azules y llegamos a… ¡un mercadillo de armas! Aquí alegremente te venden cabezas nucleares, tanques, aviones… Vamos, puedes ir tranquilamente y pedir cuarto y mitad de misil ruso. Como si nada. Pues bien, en este mercadillo se reúnen Bison y sus esbirros (con Zangief a la cabeza), Sagat, Vega, Cudeiro y el rubiales, viendo un espectáculo de magia realizado por unos torpemente disfrazados Chun-Li, Balrog y Honda. Por supuesto, nadie sabe que son ellos, sus ridículos disfraces tienen el mismo efecto que las gafas de Clark Kent.

Bison le enseña a Sagat unos billetes del Monopoly que ha hecho él, los Bisondólares, que según Bison serán la moneda de curso legal del futuro. Por supuesto, a Sagat no le hacen gracia los billetes de pega, Bison se cabrea, se va a armar un Belén…

Pase por la casilla de salida y cobre 20.000 Bisondólares.

Mientras, Cudeiro y el rubiales salen fuera porque el yanki quiere ligarse a Chun-Li y los dos son secuestrados por el trío periodista. Honda y Balrog cuentan sus penurias sobre que Bison les arruinó sus carreras de sumotori y boxeador respectivamente y el yanki rubiales mira a Chun-Li diciendo «no me lo digas… patinaje artístico». Sí, se supone que es un chiste. Riámonos. Bueno, la cosa es que Chun-Li les comenta que si quieren vivir, que salgan pitando, que todo va a volar por los aires.

Cudeiro y el rubiales acaban por arte de magia en la trifulca Bison-Sagat. Una tele se enciende y Chun-Li anuncia que se van a cagar todos y… Oh, bueno, he aquí una de las dos buenas escenas de la película. Vedla con vuestros propios ojos, no hay palabras para describirla…

A partir de ahora no sólo gritaremos ZAPATERO o «¡Dinamita!»… Propongo ZANGIEF como nueva palabra para este blog. O en su defecto «¡Rápido, cambia de canal!».

¿Qué pasará ahora? ¿Explotará o no explotará el lugar? ¿Saldrán de ésta Chun-Li y compañía? ¿Qué demonios hace Guile mientras tanto? ¿Por qué llaman a esto Street Fighter si todavía no hemos visto peleas dignas de tal título? Y lo más importante… ¿Conseguirá Zangief cambiar de canal?

Eso y más lo veremos en la segunda parte de este trepidante artículo.

[Y este viernes, disertación sobre los Fotologs al canto de la mano de Tanit. ¡Y la segunda parte del artículo de Draug, el miércoles que viene! ¡Estamos que lo tiramos! Ya saben: elblogderandy@gmail.com. Porque semos los mejores]