Los argumentos del cine X: ¡Las escenas que nadie ve! (1)

Si nos paramos a pensar alguna vez en el empleo más triste y desagradecido del mundo, lo primero que nos viene a la cabeza son los mineros, trabajando duro, llenando vagonetas de carbón y soportando a los amigotes cantándoles a Antonio Molina día sí, día también. Si fuera minero, ya habría acabado con todos los que entonaran Soy minero. No lo soy y estoy tentado de hacerlo… Otro de los empleos tristes es el del tío que monta bolis en casa en uno de esos trabajos “¡Hágalo-usted-mismo!”. Triste extra-plus, sobre todo cuando descubras que la mitad de las minas están reventadas de antemano y vas a tener que abonarlas de tu sueldo. ¡¡Ooooh!! El día que a Aranoa le de por explicar la triste realidad de los montadores de bolis en una de sus chorradas pseudoprotestonas, otro gallo les cantará. Igual hasta pueden cobrar la Seguridad social y todo. Pero no. Si hay un empleo desagradecido y triste de verdad es el de argumentista porno. No digo guionista, que al fin y al cabo se divertirá escribiendo con detalles las escenas de folleteo, sino el argumentista. El tipo que decide que Burdeles de Estambul trata sobre prostitutas de Estambul y no sobre jovencitas neoyorquinas. El currante cuyo trabajo nunca jamás ha visto nadie excepto el editor, que tiene que verlo por narices, y las actrices porno, que pondrán el video como archivo adjunto en su inscripción para el Actor’s Studio en el que, oh sorpresa, nunca las cogen. De hecho, entre mis amigos siempre ha habido dos tipos de porno: El bueno y el que tiene historia. ¿Por qué creen estos señores que a alguien puede interesarle la historia de Rosie, la niña perdida en el bosque que se encuentra con un hombre desnudo y de pronto siente la imperiosa necesidad de hacerle varias excitantes felaciones? Hoy, en este sacrosanto blog, vamos con el primero de unos cuantos homenajes (si la serie les gusta) a esos héroes anónimos, los genios tras las cámaras. Bienvenidos a un mito superior al de Nessie o el Yeti: El argumento de las películas porno. ¡Existe!

Sondeo vaginal para encuesta sexual, ¡y yo con estos pelos!

Lo reconozco: Si este artículo ha comenzado y ha salido a la luz ha sido por la necesidad imperiosa de enseñarle al mundo estos videos, probablemente la mejor pieza de bazofia que he podido ver en siglos. Y es que una cosa es el porno amateur (¿quién no ha soñado alguna vez con hacerlo? Uh, vale, bajen todos la mano, por favor) y otra es el porno amateur con historia creada por la parejita. Este segundo tipo de porno amateur se caracteriza porque las cintas se quedan en casa, en posesión de la pareja, para echarse unas risas de vez en cuando. Ji ji, mira, Maruja, te trabaste en el guión, ji ji. El gran problema es cuando, por alguna razón que no me explico, decides coger esa cinta y ponerla a la venta. Dicho y hecho, Alfredo Blada (que no Blanda, oh, hago magia con el humor) y su esposa Teresa Lida (supongo que no les importará que ponga sus nombres si han tenido las narices de poner a la venta ESTO) se pusieron en contacto con una productora de cine guarrete y en poco tiempo, la cinta que no debió salir de los abismos del infierno se puso a la venta junto a El profesor de francés, la alumna aplicada y las prácticas de mamada (que alguien regale un sillón de la RAE a estos tipos, por favor). Ahora, imaginaos que os compráis una porno, deseosos de lascivia, y lo primero que os encontráis es esto. Atención, señores. Historia y guión del mismísimo Alfredo Blada, por increíble que os parezca.

“Hola, venimos haciendo una encuesta sexual que…”-“Cierra la puerta”-“…euh, que quiere indagar sobre los gustos sexuales que…”-“¿Me perdona, que voy a cerrar la puerta?”. Estoy seguro que poco después, al apagar la cámara, lejos de la excitación y el show business, la conversación “Alfredo, ¿crees que me apetece que los vecinos sepan que estamos rodando porno casero?” reinó sobre el resto de su relación. Por otro lado, todos necesitamos que alguien dé un Oscar a Teresa Lida YA. No pasa nada si te equivocas, siempre se puede hacer otra toma, pero no en Sondeo vaginal para encuesta sexual, ¡y yo con estos pelos!. Esto es cine de autor, coño. Cine de nivel. Me encanta el balbuceo final, en el que Teresa intenta acordarse del guión que su marido acababa de escribir cinco minutos antes (tuvo que ser eso, porque no me explico a quién se le puede ocurrir la idea de un encuestador sexual que haga encuestas por la noche y al que las solteronas dejen pasar con alegría a casa sin preocuparse de violaciones ni nada). “Es una encuesta pasa saber lo…calientes que son nuestras mujeres”-“Si, eh, pues, sí, je je, sí, eh, Alfredo, ¿tenía que decir algo?”-“Tenías que decir Ah, pues yo soy una zorra”-“Siempre se me olvida, podías haber hecho un guión menos complicado”. Pero sigamos adelante con las aventuras de Alfredo y Teresa.

“¿Hortalizas? ¿Una ensalada?”. Je, je, que gracioso, tú. Vamos, que tu mujer tiene una cara de que le está haciendo gracia tremenda. Más bien de “Como después de esto el sábado en Ikea no me pueda comprar la mesilla que me gusta, te empalo”. La verdad, no se puede decir que ella esté siguiendo el guión demasiado bien, verdaderamente. De hecho, contestar “No tiene a mano” a la pregunta “¿No tiene a mano?” no es de chica centrada en lo que está haciendo precisamente. Que no digo que no lo intente, pero es que no le sale demasiado bien. Pero vamos al final de esta encuesta. Encuesta, por cierto, grabada en video, que es algo que me fascina. Chicas, ¿no os asustaríais si un desconocido apareciera a las 12 de la noche en vuestra puerta, cámara en mano, diciendo que os va a hacer una encuesta sexual? Polvos se iba a llevar, sí. De pimienta en los ojos, por macho falocéntrico.

Y de nuevo Teresa se adelanta al guión. Ay, Teresa, Teresa. “A lo mejor he venido en mal mom…”-“Si quieres grabar”-“…ento…¿o no? ¿o bueno? Porque igual es bueno, je je”-“Ji ji, si quieres grabar”. Alguien debió decirles que esta escena podían grabarla varias veces hasta que quedara bien, pero en fin, para qué. Más natural así, o al menos todo lo natural que puede ser una señora diciendo a un desconocido que le acompañe a la ducha porque le apetece hacerse guarradas y que alguien la mire. Sin ensalada de por medio, eso sí. La risa falsa de ella lo dice todo sobre la peliculilla en sí. Sigue siendo risa de sábado en Ikea.

En fin, después de esto, van a la ducha, ella se quita la bata poco a poco, dando la casualidad de que aun tiene más ropa debajo de la bata (dios santo, es como una cebolla), se ducha, se lo lleva a la cama en una de las escenas más repugnantes que he tenido el disgusto de ver (Teresa, Alfredo, lo siento: No sois fotogénicos), ella se depila entera (porque sí, no tiene ni siquiera las ingles hechas. Vaya, que la última vez que oyó hablar de una cuchilla fue cuando cortaron su cordón umbilical), terminan la faena y, claro está, hay que terminar con la historia, para que no quede en suspense. Inicio, nudo y desenlace. Temblad, temblad ante el apasionante desenlace de Sondeo vaginal para encuesta sexual, ¡y yo con estos pelos!

“Habla bajo, Teresa, que son las tres y los vecinos estarán durmiendo”-“Uh, vale…¿cual era la frase esa terrible que habías preparado?”-“Encuéstame mucho”-“Alfredo, creo que aquel curso de guión que hiciste por CCC no era tan bueno como creíamos”-“¡Demontres!”. Y, simplemente, diré que los títulos de crédito son lo más genial que jamás se ha hecho en el cine español. Ése “Adaptación del guión: Sobre la marcha” le debería quitar el próximo Goya a Almodóvar. Pobre Alfredo, pobre. Espero que se os haya quitado la idea de hacer una historia si algún día os da por hacer porno amateur. Seguro que Alfredo y Teresa creían tener en sus manos el guión de la nueva Titanic, y mira. Pero pasemos al porno profesional, que por lo menos no se escucha el sonido de la cinta grabando.

Sexo en el colegio mayor

Y es que una de las obsesiones más grandes de los argumentistas de porno es montar una orgía en el colegio. Bueno, de las de los que no hacen porno también, ahí tenemos las portentosas tramas de Física o Química (“¡Oh, dios mío! ¡El profesor de gimnasia se ha liado con el bedel en el aula de música! ¿Cómo le digo ahora que Puri y yo estamos embarazadas de él?”). Por eso, títulos como Sexo en el campus, Colegio mayor caliente o Estudiantes sexualmente sexuales son los más frecuentes en la pornoesfera mundial (si creías que los títulos más frecuentes eran Peces calientes o Montándoselo con sardinas, es que tienes un serio problema, vaya). En el caso que nos atañe, Sexo en el colegio mayor (título original: Barely 18 volume 14. Se ve que no vendía tanto), la trama argumental es, basicamente, inexistente. Y por eso es tan jodidamente genial, por saber que ALGUIEN ha tenido que escribir pequeños argumentos cogidos con pinzas y estúpidos diálogos estereotipados. Pobre, pobre, pobre becario. Empecemos con la primera escena, que sólo ella contiene todos los clichés habidos y por haber en el mundo del porno, pero con un humor exquisito.

 

O igual es que el humor se lo encuentro yo, pero vaya, me parece simplemente descojonante. Ese doblaje (“¿Seguro que tienes 18 años? ¿Sí?”), esas excusas idiotas para empezar la escena en cuestión (“Voy a recoger el lápiz”), esos fabulosos momentos en los que, ya metidos en harina, al muchacho se le olvida el guión (“¡Joder, tía!”), la imposibilidad de que creamos que la muchacha en sí quiera entrar en una universidad (como mucho, la universidad de la hamburguesa. No tiene pinta de muy estudiante la chiqulla) y, sobre todo, su moraleja. Si quieres llegar a algún lado en esta vida, hazle una felación (en castellano, “cómele la polla”) al primer cachas guaperas con ordenador que te encuentres por el camino. Por cierto, por si teníais alguna duda de cómo acaba esta estupenda trama, cuando él termina dice un sonoro, sexy, varonil y ridículo “Bueno, vete vistiéndote, yo le echaré un vistazo al ordenador (sin vestir, supongo. Yeks, que asco de silla) y veamos lo que puedo hacer”. ¡Adivinad qué chica nunca irá a la universidad! ¡¡Ooooh!! Vamos con la segunda historia, tan sorprendente como la primera, o incluso más. Ahondemos en un tema social: ¿Qué hacen las chicas cuando descubren que un pervertido las está espiando y las acosa durante cuatro años? ¡Efectivamente! ¡Tirárselo!

Los piropos del muchacho no son lo que se dicen sacados de Góngora y Becquer precisamente, no. “Has crecido y estás muy buena” me suena a típica tontería de borracho que acaba de encontrarse con una ex-compañera de clase. Y, por cierto, no, ella no se le tiraría encima cual loba en celo. Este video nos trae esperanzas. ¡Cualquier nerd puede conseguir los favores sexuales de una popular si, simple y llanamente, la espía en el gimnasio durante cuatro años seguidos! Cuando él hace que el rimmel de ella se eche a perder, la impresionante construcción argumental no descansa. La inteligencia de él, que se olvida del guión, sí. “¿Ha valido la pena toda esta espera?”-“Uh, sí”-“¿Volverías a esperar?”-“Hombre…preferiría no tener que esperar tanto…¡pero vaya! [gemidos]”. Y esta son la clase de tipos que ligan en las discotecas. ¿Por qué, dios santo, por qué?

¡La semana que viene, el final de Sexo en el colegio mayor, un casting con presentador metiéndose en medio del polvo y una película de alto standing! ¡No se lo pierdan! ¡O, bueno, mejor sí!

Y por todos los santos, Sondeo vaginal para encuesta sexual, ¡y yo con estos pelos! merece ser una nueva gloria de Internet. No me digan que no.