Randy presents…It’s remaking time!!: Invasión

[Primer artículo de la semana y pico de colaboraciones. Si ustedes creían que esto era una vil excusa para que Randy pasara más tiempo con su novia, ¡¡es cierto!! Pero no por ello dejan de ser artículos extremadamente interesantes. O no. ¡¡Denle un saludo a Bob, el primer hombre que escribe sus artículos sacándolos de conversaciones del messenger!! ¡¡No sean demasiado duros!!] 

Después de la amada y apreciada monografía sobre Tarantino, Bob retorna con algo mejor y por lo que será menos odiado pero inmensamente más ridiculizado: Un análisis pormenorizado de la película Invasión, con Nicole Kidman y Daniel Craig. ¿Verdad que no me odian porque verdad que todos ustedes estaban esperando algo así como agua de Mayo? Pues aquí lo tienen. No pierdan 95 minutos de su vida en ver la película, cuando pueden tener lo mismo sólo por 15 (dependiendo de lo que tarden en leer), de forma totalmente legal. Hablemos de…

¡¡¡INVASION!!! Cuarta versión de La invasión de los ultracuerpos. La misma idea dio para tres películas sorprendentemente distintas y sorprendentemente buenas. ¿Se repetiría la historia? Mal empezamos, amiguitos, porque el nombre se ha cambiado a Invasión, que suena mucho mas cool y mucho más adulto que el título original,  aunque la película en si misma tenga tanta madurez y tanta profesionalidad como el remake afgano de Pocoyó, si es que existe. Por supuesto, el hecho de que el director original fuera despedido por no dar lo que los productores querían (será que los directivos de Warner tendrán que ponerse algún día a leer los guiones que aprueban) y fuera sustituido por los Wachovsky y asociados… pues oiga usted, esto no me atrae mucho.

Pondría videos para apoyar el texto, pero acabaría colgando toda la película en Youtube y eso es piratería. Y la piratería es mala, niños.

 

Queremos emoción y aventura, así que la película comienza con… ¡el final!
-Hola, J.J. ¿Quieres venir a tomar un café y me dices qué te parece la película que estoy haciendo ahora?
-Debería empezar por el final
-Oh, J.J., lo has vuelto a conseguir. Ardo en deseos de ver Star Trek.
En fin, que ahí está Nicole Kidman buscando pastillas para dormir. Oh, ¿qué le habrá pasado? ¡Qué misterio! ¿Y qué mejor forma de seguir tan impactante inicio que con un accidente aeroespacial? Efectivamente, amiguitos, el puto Voyager colisiona contra la tierra en la segunda escena. Vaya, ¿cómo decías que habían llegado los malvados extraterrestres? Me he perdido dentro de tanta sutileza. Acto seguido vemos en primer plano al bueno (es un decir) de Jeremy Northam siendo poseído. El terror psicológico se apoderará de nosotros, porque un moco atacando a un tipo cualquiera es algo muy psicológico, ¿vale? Volvemos a Kidman que justo se despierta y es telefoneada por el poseído, que resulta ser su ex-marido, que mira malvadamente al teléfono, quizás porque los aliens son subnormales o quizás porque se comunican con palomas intergalácticas, Dios sabe. El chaval le dice cosas que la asustan, tales como «Quiero ver a mi hijo». ¡Cielos! Un padre quiere ver a su hijo. ¡Llamen a Mulder y Scully y que avisen a los Cazafantasmas por el camino! El susodicho hijo, que es un chaval que sonríe durante 2 horas, por lo que debe ser muy mono, empieza a tener pesadillas cuando se entera de que va a ver a su padre. Oh, que forma tan inteligente de introducir la angustia en el espectador. ¿No daba el presupuesto para meter un monstruo tentaculoso gigante? Es que a mi siempre me ha llamado mucho la sutileza.

 

Nicole se va con Daniel Craig, que es su mejor amigo (Oh, ¡qué tensión sexual! ¡Qué adulto todo!) y está muy ultrajado porque pasa algo raro en torno al cohete estrellado. ¿De verdad, Dani? ¿Pasa algo raro? No tenía ni idea. Cuéntame más. Llega a su consulta, porque ella es psicóloga (¿Lo pillan? ¡Es terror psicológico! ¡Yo también estudio psicología! ¡Quiero enfrentarme a Cthulu!). En esa consulta se topa con Veronica Cartwright, que nos recuerda muy eficientemente porque no actúa en más películas, y que le dice durante cinco minutos que su marido está raro, porque, como sabremos más adelante, llama a la gente por su nombre y apellido. ¡Que siniestro! Hemos visto un accidente aeroespacial, justo antes de que un moco gigante posea a un tipo; sin duda nos perturbará mucho saber que el marido de Veronica se comporta de forma extraña.

¡Terror psicológico al rescate!

La cosa avanza, aunque desearíamos que no fuera así, con la noche de Halloween, en la que un perro ataca a un niño que sabemos que es malo porque mira aviesamente al perro. Esta es la tercera o la cuarta vez de las miles que aparecen la película en la que un perro ladra cuando se acerca un ultracuerpo. Ya puedo ver a Joe Silver diciendo “Pe… pero entonces… ¿los perros saben que esos tipos son alienígenas? No me queda claro, ponlo siete veces más y haz que el perro ataque a alguno para que la gente no se pierda en la complejidad narrativa”. A todo esto, nadie se da cuenta de nada, sólo el espectador, que debe sentirse terriblemente listo al saber más que los personajes, a los cuales sólo queda indicarles un cartel gigante de neón que diga «Invasión alienígena en curso».

Cortamos a una tía llorando y corriendo como una idiota por la calle durante 30 segundos. La tía se cruza con Nicole Kidman. Ya está. Turbador como poco, oigan. La superestrella australiana iba a reunirse con Daniel, que, atentos todos, resulta ser un médico. Descanso tranquilo al saber que dentro de 10 minutos vendrá a explicarnos con jerga muy compleja qué son las esporas alienígenas, porque es algo necesario. Personalmente, eché mucho de menos que en mitad de Cloverfield apareciera “Herr Doctor Grruberr” para explicar que el monstruo era una malvada mutación marina. Seguro que ahora mismo estáis pensando qué falta en esta película. Efectivamente, ¡escupideras! De modo que durante una comida alienígena organizada por un alienígena, con  camareros alienígenas, resulta EXTREMADAMENTE necesario mostrar a esos dichos camareros escupiendo un vomito verde dentro del café (Mañana, en La Sexta, “Disimule el sabor de vómitos alienígenas”). Menos mal que quitaron «ultracuerpos» del titulo, podría dar la errónea idea de que esta era una película cutre. Esta NO es una película cutre. ¿Por qué lo sé? Muy fácil. Lo sé porque aparecen tipos con bata blanca diciendo “Las esporas retroactivas son inmunes a nuestra  metaretroactivación”. Venga, amigos, eso es muy culto e inteligente.

La invasión ha comenzado, y da más miedo que esta peli

Nicole y su hijo Ollie (que no por nada co-dirige Oliver Hirschbiegel), llegan a casa de Jeremy, el ex, que todavía no sabemos si está poniendo miradas sexys frente al espejo o está poseído por algún ente malvado. Tras esto, los dos sexys protagonistas van a una fiesta en la que conocen al europeo Yorish, un personaje creado para presumir de nombre multicultural, con quien hablan sobre que el mundo es violento y eso es malo, para hacernos sentir más intelectuales. Ey,  si me dicen ustedes que Invasión apoya el pacifismo, será porque es una película buena. A todo esto, el chavalín esta en casa de su padre jugando al RATCHET & CLANK en su PSP, recuerden: RATCHET & CLANK en su PSP, y le dice a su amigo “Mi papa está raro”. ¿En serio? ¿No me jodas? No tenía ni idea. Esta escena me ha aportado muchísimo. Así que Nikkie, como la llamaremos cariñosamente a partir de ahora, vuelve a casa y se encuentra con que un tipo del censo quiere hacerle una encuesta a las 4 de la madrugada. O los invasores son idiotas o lo es el guionista. En fin, que el encuestador resulta ser un alien y trata de poseer a la protagonista, en el sentido más casto de la palabra, que es una película PG-13.

¿Mirada monótona, indiferente y aburrida? ¡Canastos!
¡Los ultracuerpos han llegado a Hogwarts!
 

Es ahora, cuando llevamos 34 minutos, que el personaje de Nicole descubre que, coño, algo raro está pasando. Así que esta mujer despierta y sagaz comienza a recordar todo lo que ha pasado. Efectivamente, amigos, Invasión nos presenta una recopilación cuando no ha llegado ni a mitad de la película… En fin, que ella recuerda que pasan cosas raras… Jeremy Northan ponía miradas, una tía lloraba por la calle… mh… que mierda más siniestra, ¿no? Así que decide buscar en Google “Mi marido no es mi marido”, que es lo que le dijo la Cartwright en su consulta. Esto le lleva a Elkonsultorio, donde Estefani18 le dice que su novio está raro, que no sabe bien si le pone los cuernos o ha sido poseído por una extraña raza extraterrestre. Pero la cosa empeora, porque recuerden que su hijo ya no está con ella y quizás también esté poseído, de modo que decide buscar “My son is not my son” y ¡encuentra 1.188.400 resultados! ¡Horror! No me extraña, como que lo ha puesto sin comillas, joder.  Y no es por nada, pero a mi me salen 467.000.000 resultados, entre ellos “Need Help – My son is not my husbands”. ¿Los aliens nos impulsan a la infidelidad?

A todo esto, todos las personas poseídas intentan quitarle hierro al asunto diciendo “Es una gripe”. “Mi hijo no es mi hijo”. Es una gripe. “Mi marido no es mi marido”. Es una gripe. “Mi amigo no es mi amigo”. Es una gripe. “Mi mejor amigo ha cortado en pedazos a su perro y se lo ha servido a su vecino”. Es una grip… ¡espera un momento! En ese momento, su secretaria, que mira aviesamente, le da un café nuevo y mejorado, como la edición especial de Star Wars. ¡No, Nicole! ¡No lo bebas! ¡Que es alienígena! Afortunadamente,  antes de que lo haga, Dani llama. ¿Qué fascinante hecho tienes que comentarnos, Dani? Guiño. ¿Acaso has descubierto algo científico relacionado con esta INVASIÓN? Guiño. Guiño. Así que aquí llega para nuestro deleite y alegría, Jeffrey Wright, ese tipo que firmó un contrato que estipulaba que durante un año tendría que estar en todas las películas americanas. Total, que Jeff dice “Hola, ¿qué tal?” y aprovecha para explicarnos cosas científicas sobre las esporas, que no aportan nada, pero que le dan mayor credibilidad, sobretodo porque dicen “ADN” muchas veces. Ey, si a Michael Crichton le funcionó, ¿por qué a nosotros no?

  

Jeffrey Wright: El tío omnipresente

¿Recuerdan a Yorish? Cómo olvidarlo, tiene un nombre raro. Resulta que el muchacho se ha ido a echar una siesta después de comer y el moco alienígena le ha poseído, porque le ha parecido totalmente lógico hacerlo en una casa llena de gente al mediodía. Así que a Nicole y Dani se les une Jeff (que a partir de ahora se pasará toda la película cerca de los protagonistas principales por si alguno palma y consigue un rol protagonista) y van a la casa donde se hospeda nuestro individuo multicultural favorito, encontrándolo en estado pseudoalienigena. Cuando deciden hacerle una foto con el móvil (algo muy científico), el chaval se despierta y empieza a dar vueltas por la casa, cegato perdido porque tiene moco en los ojos, hasta que muere, por alguna razón que Jeffrey nos explica alegremente. Así que Nicole realiza una compleja conexión de eventos y decide ir a buscar a su niño. “Hijo”-“Tipo que no conoces de nada”. ¿Ven la relación? ¿Se nos explicará en una campaña de marketing viral? ¿De verdad que J.J. no está involucrado en esta película?
  
Total, Nikky llega a casa de su ex Jeremy, que estaba con unos colegas con caras de haberse fumado tiza o algo así. “¿Dónde está Ollie?” “¡Alohaaaaaaaaa!” “Oh, está poseído”. Que alguien me ponga una inyección de adrenalina, a ver si así mejora la cosa… Nicole va a la habitación de su hijo y este no está allí, porque los aliens han considerado que era mejor secuestrarlo que poseerlo, porque es una especie de Neo. En fin, que Nikky coge la PSP, recuerden, la PSP, y sale a toda velocidad, cuando se encuentra con que la puerta está cerrada. ¡Dios santo, no puede escapar! Ni que hubiera ventanas por todos los lados. Así que va a explorar la casa y se encuentra con que los amigos de Jeremy la miran con cara de “Ey, ¿no es esa Nicole Kidman?” Así que nada, ahora le confiesan que son alienígenas y que van a poseerla (recuerden, en el sentido casto de la palabra), pero que necesitan que se duerma primero. Brillante plan, diablos. ¡Esperar 48 horas a que le entre sueño! Aprovecha para pasarme esa PSP y mato el tiempo. Así que le lanzan el moco verde encima, con sus buenos planos digitales de las células absorbiendo la sustancia. Muy científico todo. Y ale, la mujer se va, sabiendo que la próxima vez que se duerma será poseída, a casa el amigo de Oliver, pero… ¡está cerrada! Maldita sea, Michael Moore tenía razón, Canadá mola más. Puedes entrar en casas ajenas y secuestrar gente. Así que la intrépida aventurera echa un vistacillo por las ventanas y ve a la dueña legitima en estado de posesión, luego, por razonamiento lógico, su hijo no estaba ahí. Y, efectivamente, no estaba (Oscar al guión, por favor), porque le envía un videomensaje para decirle que su papá le ha llevado a un sitio que no conoce. Y es que al niño le gusta fardar. ¿Para qué llamar si puedes enviar un video que probablemente consuma la batería de tu móvil veinte veces más rápido? Y Nicole, que es una mujer práctica, decide enviarle un mensaje preguntándole donde está. El hijo ya ha dicho que no tiene ni idea y ella podría llamarle, pero es que le gusta que le digan las cosas por sms: “mam n s dnd stoy Bsos oli”.

Ahora vamos a toda pastilla al metro, donde unos tipos nos descubren que se puede engañar a los mutantes actuando con indiferencia, aunque, por alguna misteriosa razón, todos ellos echan a correr llenos de pánico y se encierran en la cabina del conductor. Plan complejo, sin duda. Seguro que estuvieron toda la noche trazándolo. Hasta harían dibujitos del metro y todo. Una vez ahí, Nicole dice “que os den”, con toda la razón del mundo, y se va a una sala de maquinas. Con determinación, saca una pistola oculta de un chaleco que había por ahí. Bendita segunda enmienda. Armada y peligrosa, recorre los pasillos, porque anoche soñó con los planos del metro y consigue salir de los laberínticos entresijos a una estación. Y, de ahí, a la calle, donde pone cara de aburrimiento, vamos, lo que no ha hecho antes en ningún momento de la película. Oigan, y ya vamos por la mitad, no me digan que esto no es emocionante.

 

¡Cuanta maldad!

La semana que viene, el gran final. Diciendo «gran» por decir algo, vaya. Y mañana, entrada de Paco. ¡¡Esto es una fiesta, oigan!! ¡¡Una fiesta!!