Grandes juegos de la historia: Power rangers SPD

Imaginaos que sois productores de videojuegos. Acabais de fundar vuestra compañía, yo que sé, Truñisoft, y un mundo infinito se abre ante vosotros: Podeis programar aventuras inimaginables, historias divertidas, héroes carismáticos…y después de pegaros el gran batacazo con vuestro juego arriesgado y minoritario, podreis tirar de franquicias baratitas y chungas para salvaros el culo y sacar algo de pasta del invento. A ver qué lista tenéis…Barbie (de la que todos recordaremos el juego de PSX en el que conducías un caballo por la playa y en el que a veces podías saltar y todo), M&M’s (el tío al que se le ocurrió hacer un juego de los M&M’s era un puto genio al nivel de Einstein), Power Rangers…Espera, ¿esos no eran los tipejos vestidos de colores que pegaban gente vestida de gris? ¡Esto tiene futuro! ¡Vamos allá! ¡Prepárate, Game Boy Advance, porque tus ventas subirán como la espuma!

Lo bueno de jugar a un juego de los Power Rangers es que sabes perfectamente a lo que te enfrentas. Es como ver una película de Chuck Norris o abrir una bolsa de pipas. No vas a encontrarte una inteligente historia online sobre espías nazis que usan a los Power Rangers como cabezas de turco, donde los Rangers tengan intensas y emocionantes vidas ocultas y amores con mucho sentimiento y música de Nobuo Uematsu. Ni tampoco una aventura gráfica donde los Power Rangers tengan que encontrar el arca perdida mediante inteligentes puzzles planteados por Bull y Skull, ni un juego de puzzles, ni un pinball de los Power Rangers. Un juego de los Power Rangers es aquel en el que los susodichos se fostian con los malos. Otra cosa es más inconcebible que Sylvester Stallone liandose con Hello kitty.

Al fin un juego para MACHOS

Power rangers SPD es, efectivamente, de éste tipo de juego y, por tanto, una obra maestra. Nada más empezar el juego en vuestra Game Boy Advance, un perro vestido de general del ejército empieza a darte órdenes (sí, sí, habeis leido bien, ¿cómo un juego puede ser malo si un perro vestido de humano te dice cosas?). Y es que por lo visto hay un bicho malo que está destruyendo la ciudad, y los Power Rangers tienen que acabar con él. ¿Cómo? Pues por separado, claro. El trabajo en grupo es para los pringados que no tienen trajes horribles con visores horteras. Para algo tienes la ayuda de tus poderes especiales, activados con el botón R, que duran aproximadamente diez segundos y tardan un minuto en recargarse. Unos poderes que dejan en bragas a los de Kratos en el God of war.

Poderes acojonantes, propios de un juego visionario, que cambiará moldes. Atentos: Un Power ranger puede hacerse transparente (pero sólo para pasar entre edificios, los enemigos te pegan igual), otro te señala en el lugar en el que tienes que ir a buscar cosas (impresionante, de repente le sale una flechita al lado que tienes que seguir. Simplemente increíble), otro hace un campo de fuerza (que no vale para nada porque te pegan igual), otro se duplica (algo que, efectivamente, no vale para nada tampoco, basicamente porque tus dobles te siguen y hacen lo mismo que tú, así que lo más posible es que pateen al aire), otro pega más fuerte (o sea, en vez de tres puñetazos gana con dos). El único que mola es el Power Ranger negro, personaje al que sólo puedes controlar durante una pantalla (de aproximadamente cuarenta) y que tiene una espada. ¡¡Una espada!! ¡¡Con la que cortas y eso!! Cuando la vi, se me cayeron las lágrimas de la emoción. Sí, sé que hay muchas espadas en muchos juegos, pero lo GENIAL! de Power rangers SPD es que la simple visión de una espada te encoja el estómago de la ilusión. ¿Cuántos juegos son capaces de conseguir eso? Ninguno antes de éste. Os lo dije: Puta obra maestra.

 

Os he dicho que lo del perro no era broma

Las pantallas parecen diseñadas por monos entrenados para ello. Hay seis tipos básicos: 1) Ir a un lugar y supuestamente matar a todos los esbirros del maloso. Supuestamente digo porque, si pasas de ellos y simplemente llegas a la salida sin tocarles un pelo, te dan la pantalla como pasada de todas maneras. Aunque en tu conciencia siempre quedará el haber dejado a tantos esbirros libres, la verdad es que al personaje le da bastante igual. 2) Buscar cosas: Personas dentro de cajas (mejor olvidarse de preguntas como “¿Cómo demonios han llegado a una caja de madera y se han cerrado a sí mismos?”), ruedas, lo que sea, aprovechando la tremenda habilidad de buscar cosas que tiene el Ranger amarillo. Fíjate tú que apañado. 3) Lucha contra el malo final, que siempre, sea el que sea, hace el mismo movimiento. Saltar y pegar, cual Yoda en “El ataque de los clones”, y tirarte extrañas bolas que nadie sabe muy bien de donde salen. El caso es que si luchas con uno, has luchado con todos. Es absolutamente imposible que te maten o te den el más mínimo problema. Pero absolutamente imposible. 4) Conducción. Sí, amigos. De la nada, para que el juego no sea más de lo mismo, los creadores se han sacado una especie de 3D de la manga (de 3D del guarro,del que nos flipaba en Super Nintendo) en el cual tú conduces un coche que puede saltar cual Rana Saltarina (pobres amortiguadores, por cierto) y tienes que evitar otros coches, barro (no vaya a ser que nos ensucie las llantas del nuevo Rangercoche) y misiles que lanza un enemigo que está al fondo destrozando la ciudad. Lo curioso es que, al final, en vez de correr a destruir el robot gigantesco, el coche pasa de él y sigue hacia adelante, al infinito, con los Power Rangers dentro cagaditos de miedo. Todo un grupo de superhéroes. 5) Pelea con el megazord. O, basicamente, el control más desquiciante que jamás haya tenido un videojuego. Ni Superman 64 era tan horrible. ¡Al menos volaba, y a veces incluso cuando tú querías! Bien, tienes al Megazord con su pedazo de espada gigante y, en vez de liarse a espadazos, pega pataditas estúpidas y lentas. ¡¡Por el amor de dios!! ¡¡Estoy apretando veinticinco veces seguidas el botón!! ¡¿Por qué sólo pega una patada y encima el malo se la para?! ¿Por qué es todo tan lento, tan aburrido? ¡Son dos robots gigantes hostiándose! ¡Debería estar emocionado! ¿Por qué es todo tan, tan, tan triste? ¿Por qué recuerda tanto a la peli de Transformers? Finalmente, cuando estás a punto de morir por la incompetencia de los programadores, tu bicho gigante saca la espada al fin y acaba la pelea de dos tajos. Zip, zap. Y todos sonreimos 6) Evitar que los misiles caigan sobre la ciudad. Obviamente, los misiles serán parados con…misiles Rangers. Y es que, como todos sabemos, si a un misil le pegas otro misilazo, no explota mucho, un poquito nada más, así que usaremos el maravilloso control de GBA para evitar que la ciudad se destroce demasiado (si se destrozan cuatro edificios no pasa nada, pero si se destrozan cinco se acabe el juego. Vale, tío, cuatro edificios llenos de gente muerta pase, pero cinco…¡¡¡no juegues con fuego!!! ¡¡No juegues con fuego!!). Después de fallar doscientas veces debido a que el visor no va donde quieres ni a la velocidad que quieres, te dará lo mismo que la ciudad explote, que se mueran los ciudadanos o lo que pase. Lo único que quieres es acabar la pantalla. Eres tú o el juego, sólo puede quedar uno.

“¿Quién ha dejado hacer una pantalla al becario?”

Al final de cada misión (todas son iguales, por si había alguna duda) llega el momento del juicio. Ojalá fuera el nuestro hacia el juego y nos dejara sacarlo de la consola y destrozarlo con una katana, pero no, es el juicio del Megazord contra el maloso. O sea. Que después de que el bicho haya intentado destrozar una ciudad, matar a todos sus habitantes y apoderarse del mundo aún hay que hacerle un juicio por si acaso es bueno. Sin abogados por ningún lado y en el que hay una espada gigante colgando de su cuello, pero juicio al fin y al cabo. Uno, cuando lo ve por primera vez, da por hecho que en el futuro uno de los enemigos va a ser bueno en realidad y tendremos algo de variedad, pero a medida que pasan las misiones te das cuenta de que no. De que éstos dos minutos de tedio viendo como el malvado es condenado y el Megazord le dispara con la superespada están puestos sólo para crispar más al jugador, por si tenía poco con los niveles repetitivos y los enemigos de cartón piedra.

La verdad es que es mejor no pensar mucho en qué demonios hacen todos los elementos en el juego, porque si ya es malo de por sí se puede volver aun peor. ¿Por qué los enemigos están subidos en cajas de madera? ¿Por qué en vez de atacar a la gente se dedican a moverse por fábricas deshabitadas? ¿Por qué siguen andando tranquilamente a pesar de que te estén viendo perfectamente? ¿Por qué sólo existen dos fondos: Ciudad y fábrica? ¿Dónde encaja una fábrica de cajas en un plan de maligna dominación mundial?

 

No es un drag queen: Es un malo maloso

Este es un juego de esos que merece la pena ser jugados. Tres movimientos predefinidos para cada personaje (patada, puñetazo, caída), un movimiento especial absurdo, enemigos iguales en cada una de las diez pantallas (no creais que cambian un poquito, aunque sea en el color de la ropa, no: Todos iguales, de reglamento, que así no hay que pagar a diseñadores de personajes), malos cada uno igual que el anterior, y una GRAAAN sorpresa argumental (esto es: De repente sale un Power Ranger negro y dice que es malo, debe ser muy importante para los fans, supongo). Y el final. Qué final. Porque una vez has ganado al último malo (que podría ser cualquiera de los anteriores, pero bueno), le has juzgado, le ha salido negativo y te lo has cargado, sale el perro y, en vez de felicitarte por tu actuación y dar una frase que cierre el juego, te dice un ¡Muy bien, Rangers! ¡Ahora, sigamos la aventura!. Y se acaba el juego. Y no hay modo difícil ni nada. Fin. Kaput. Si lo que intentaba era dejarnos con la emoción para que jugara a la posible continuación, lo lleva claro.

Gráficos de hace cinco generaciones, personajes más pasados de moda que Pikachu, una historia tan apasionante como leer los ingredientes de los cereales, la misma jugabilidad que si enchufaras un brick de leche a la consola e intentaras jugar con él…un juego imprescindible que aun podeis comprar para vuestra GBA y con el que la diversión nunca parará (bueno, durante las cinco horas que tardareis en pasaros el juego si sois un poco torpes). Un obligatorio. Una obra maestra.

La moda primavera-verano ya está aquí.