Los argumentos del cine X: ¡Las escenas que nadie ve! (y 2)

La semana pasada nos traumatizamos con Teresa Lida (¿lo pillan? ¿lo pillan?) y comenzamos a ver la apasionante historia de Sexo en el colegio mayor, una película con la misma coherencia argumental que una serie creada por David Lynch con exceso de cafeína. Hoy presentamos el final de Sexo en el colegio mayor. Preparaos para una película porno que denuncia problemas sociales, que es solidaria, benéfica y, en fin, la polla con cebolla. Y además, hay sexo del prefabricado. ¡No puede ser mala!

Los tíos somos poco perspicaces (eso está claro: Puede venir nuestra novia con las bragas en la mano y aun no saber qué quiere decirnos), pero no tanto, demonios. Que a la muchacha le falta llevar una sirena de ambulancia en la cabeza y un condón en la mano para que nos demos cuenta de su necesidad imperiosa de montárselo en el aula de castigo. Y el muchacho, a decir verdad, muy por la labor tampoco está. Quizá tenga que ver con su voz de retrasado mental con serios problemas de coordinación, pero si el tipo que te quieres trincar te propone hacer aviones de papel o jugar a las chapas, yo daría el intento lúbrico por concluído. Si la idea de emoción de un tipo es sentarse y hacer volar un avioncito, imaginad lo que tiene que ser en la cama. Coñazus maximus, que le dicen.

Sé que estáis deseando saber qué termina haciendo esta parejita de rebeldes castigados, aparte de comer chicle y hablar como idiotas, así que no me queda otra que sacrificarme por ustedes y ver la escena entera. Ay, pobre de mí. La cosa es que la señorita no lleva bragas, pero el tío no termina de pillarlo. “Eh, no llevas…no llevas bragas”-“Ya lo sé, nunca llevo”-“Vaya, perdón por mirar”-“No, si me gusta”-“Insisto, insisto en mirar para otro lado”. En serio, si se la termina trincando debe ser para que deje de dar el coñazo con sus dobles sentidos obvios (“Eh, podemos hacer otra cosa, yuju, mira, no llevo bragas y tengo pinta de guarrilla”), porque él ha demostrado que es gayer. No veo otra explicación. Total, que la chica se cansa y dice la gran frase (“Si eres un poco listo –cosa que no es, por cierto- te bajarás los pantalones y aprovecharás la ocasión”). Cualquier tío sin novia estaría en esos momentos como dios le trajo al mundo, pero nuestro amigo todavía está indeciso. “¿En serio?”-“Que sí, coño, que quiero chupártela”. Y eso le convence al fin, diciendo la frase que todo castigado por mala conducta diría: “Bueno, un castigo aderezado con una mamada y un poco de sexo. No tenía ni idea de que un castigo pudiera ser tan divertido”. Sobre todo por la palabra “aderezado”, que usan mucho los estudiantes con notas bajas. Después de hacer lo suyo y de terminar cual anuncio de leche Pascual pasteurizada, los actores aun siguen metidos a tope en el papel. “Se acabó el castigo”-“Sí”. Que, por comentarlo, los castigos suelen ser de un par de horas, no de quince minutos. Y no te quitan condena por follar, al menos en mi pueblo. Igual en Madrid, que son todos muy raros, vaya. Pero en fin, pasemos a la siguiente historia con gran unión con la anterior. Atención, porque esto sería el porno filmado por Fernando León de Aranoa.

Pobre, pobre chiquilla. Sin una familia que la quiera (porque si tu madre te regala sólo una tarjetita, es que no te quiere demasiado), mendigando sexo desesperadamente para sentirse un poco feliz… No me extraña que sea un fracaso escolar, yendo a clase a sus cuarentaytantos (en serio, he visto cosas exageradas, pero esta mujer debería estar ya cuidando a sus chavales…o pagando la factura de la universidad, vaya. Lo de la banderita de EEUU no tiene ningún precio. No sé si sabéis que los EEUU pagan unos tres mil dólares a cualquier película que saque la banderita americana aunque sea de fondo durante cinco segundos (de ahí su aparición, por ejemplo, al final de Spiderman), así que, ya puestos, ¿por qué no en una película porno? Seguro que el sentimiento patriótico se apoderará de todo espectador que esté disfrutando con la historia de la chica sin cumpleaños (que, por cierto, parece sacada de una película de Dickens. Qué triste todo). Por cierto, chicas, para que lo sepais. La frase “Has dicho que es mi cumpleaños y eso me pone cachonda” no suele funcionar a no ser que queráis que funcione como entrada a un psiquiátrico. De nada. Por supuesto, y como ya es costumbre en esta película, la fellatio vigorossa final termina con el desenlace de la historia, y esta vez no nos decepciona. “Vaya regalo de cumpleaños, ¿eh?”-“Sí”-“Ojalá fuera mi cumpleaños todos los días”-“Sí, ojalá”. Aparte de que ningún chico tiene mayor capacidad de palabra en esos momentos (la verdad sea dicha), hay que comentar el deseo de la pobre chica, que sigue obsesionada con celebrar su cumpleaños a toda costa, traumatizada porque sólo su madre le haya regalado una tontitarjeta de esas del todo a 100. Drama social, drama social. Qué bonito. ¿Alguien se apunta a consolar a la pobre chica sin nombre #4?

Ah, bueno, si ya tienes 18, no pasa nada. Antes de los 18 viene la policía del pensamiento y te destroza el cerebro por soñar con el rector (que también, vaya mal gusto, muchacha). Por cierto, si te ha convocado a ti sola a una reunión (más que nada porque no hay absolutamente nadie a los lados), creo que quiere decir algo. ¡Tienes una oportunidad! Pero no, mujer. No te duermas, que eso no te hace ganar puntos. Tsk. Aquí tenéis un revulsivo para todos los que creíais que Sexo en el colegio mayor no podía tratar temas interesantes. Ya hemos visto a los chicos conflictivos y la manera de solucionar sus problemas (con trabajos forzados), a la chica marginal que no aprueba ni a la de veinte, y ahora vemos el tema del abuso de poder. Y es que Sexo en el colegio mayor es mucho más de lo que parece a simple vista. Tras cada penetración y cada salivazo se esconde un personaje profundo en el que el actor se mete al doscientos por cien, logrando así interpretaciones tan logradas. Eso, o simplemente follan y se inventan el diálogo. Curiosamente, esta última historia, la más necesitada de final, es la única que no tiene. ¡Maldición! ¿Cómo nos enteraremos ahora de si la muchacha logra fornicar con el rector en la vida real? No pasa nada. Seguro que continúan la historia en Sexo en el colegio mayor 2. Es imposible que nos dejen con esta tensión propia de Lost. Espero.

Noches de vicio en Budapest

Y es que, después de ver el porno amateur y el porno profesional, nos queda el punto intermedio: Los castings. Los castings son películas porno normales y corrientes pero en las que nos hacen creer que es la primera vez de la muchacha, que sonríe feliz y accede a hacer todo lo que el chico en cuestión quiera sin preguntarle si tiene enfermedades venereas, ETS o algo por el estilo. Ella está por encima de eso, que para algo es una ex-amateur. Seguro que Teresa Lida intentó que la cogieran en alguna película porno y al no conseguirlo decidió montarse ella su propio –y asqueroso- videobook. Hoy, nuestro buen amigo Jimmy –que ni sé quien es ni me importa-, nos presenta a una muchacha. Pero mejor que lo haga él mismo, que tiene más gracia. ¡Hey, Jimmy! ¡Cuéntanos algo!

“Anita tiene 14 años –shock general. Gritos de horror, gente cerrando el Youtube escandalizada, protestas en las grandes ciudades contra el bueno de Jimmy, 4chan sonriendo- pero la verdad es que ya cumplió 21 –Perdón, ¿qué?-“. Jimmy es un cachondo mental, ya veis. La presentación de la chica, en vez de hacer un recorrido por su vida, sus gustos sexuales o lo que sea, termina siendo un terrible tren de los horrores del que la pobre Anita no sabe cómo escapar. O sea, dudo mucho que cualquier pajillero que se precie empiece a hacer lo suyo al escuchar que Anita tiene una relación fenomenal con su suegra. “¿Que Anita se lava la ropa ella misma? ¿En serio? Oh, dios mío, ¡¡rápido, un kleenex!!”. Y lo siento mucho, pero eso de estar viendo a Anita y a Jimmy al lado no es precisamente lo que entiendo por “sexy”. ¿O es que no veis la camisa de él? Si se puede ser más carca está aun por ver. ¡¡Pero sigamos con las aventuras y desventuras de Jimmy y Anita!! ¡¡Vamoallá!! O mejor, bajároslo. Esta gente de Youtube, siempre tan simpática, creen que esta escena en la que no se ve absolutamente nada es perjudicial para la salud de dios sabe quién. Sigh. Puritanismo, oye.

http://www.megaupload.com/?d=KLHEHJ5O

“Ajá, yo lo haría de otra manera…le pegaría unas palmadas en el culo…sin embargo ella mete la mano debajo…ajá…”. Gracias por radiarlo, Jimmy, tío. Molas. En realidad no, no molas absolutamente nada, pero bueno, hagamos que sí. La cosa es que la buena de Anita se quita la toalla, empieza a hacer lo suyo con el asistente de Jimmy, y nuestro presentador favorito no se da por enterado. “¡Vaya, vaya! ¡Como son estos chicos! Je, je…¡Vaya!”. Finalmente, decide retirarse para grabarlo todo con su MiniDV y terminar disculpándose delante de Anita dios sabe por qué. Y así acaba el casting. Ya te llamaremos, mona. Ji, ji. Ya te llamaremos. Soy Jimmy. Molo. Jimmy mola. Ji, ji.

La próxima vez que retomemos esto de hablar de argumentos de porno, una diferenciación entre el porno de estudiantes, de enfermeros, de historias más o menos bien contadas y de actrices que se saben actrices. Mientras tanto, la semana que viene… ¡¡El furibundo espectador en Os carrinhos 2!! ¿Creísteis de veras que iba a recomentar la primera parte?

Y mañana, recomendaciones para el verano. De las de verdad. De las positivas y alegres, para que luego Edgar no diga que soy un viejo amargado de veintitantos. Yay.